Displaced Communities

BALTIC GERMANS (150,000
displaced by Hitler & Stalin; 95%+)

GERMANS OF YUGOSLAVIA
(over 200,000 expelled, imprisoned, displaced, emigrated; 98.5% total)

VOLGA GERMANS (over 400,000 expelled by Soviets to Kazakhstan)

DUTCH GERMANS (3,691 expelled,
15% of German population)

GERMANS OF ALSACE-LORRAINE
(100-200,000 expelled after WWI)

GERMANS OF CZECHOSLOVAKIA
(over 3,000,000 expelled
and displaced; 95% total)

GERMANS OF HUNGARY
(over 100,000 expelled, over
300,000 displaced; 88% of total)

GERMANS OF ROMANIA
(over 700,000 or 91.5% displaced by Hitler, USSR, & emigration)

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(over 5,000,000 expelled and displaced, nearly 100%) COMING SOON

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(nearly 1,000,000 to Germany and Kazakhstan) COMING SOON




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Trabajo Forzado, Encarcelamiento, ExpulsiÓn y EmigraciÓn de la Población Germana de Yugoslavia

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Versión castellana de: Ernesto W. Weigandt

CÓMO CITAR ESTE ENSAYO ACADÉMICO: Instituto para la Investigación del Desplazamiento Forzoso de Poblaciones Germanas. "Trabajo Forzado, Encarcelamiento, Expulsión y Emigración de la Población Germana de Yugoslavia." http://expelledgermans.org/danubegermans_spanish.htm (se accedió en D-M-A).


Bandera oficiosa de los suabobanatos y suabovoivodinos de Serbia, Croacia, Rumania y Hungría (el escudo simboliza las mezquitas otomanas, creado por Hans Diplic)

Grupos minoritarios germanos comprendidos en esta región: Suabos Banatos, Suabos Danubianos, Germanos Voivodinos.

Cambio total de población por expulsión y desplazamiento: de aproximadamente 500.000 personas a cerca de 7.302, es decir el 98,5 por ciento.

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Historia del asentamiento, cultura y adaptación nacional
Período nazi y confiscaciones yugoslavas, trabajo forzado, encarcelamiento y emigración de la población
Fuentes/Bibliografía
Estadísticas demográficas
Personas de renombre
Recomendación de organizaciones y publicaciones en la red informática
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Historia del asentamiento, cultura y adaptación nacional

El asentamiento inicial de la etnia germana en los Balcanes y Europa Central se produjo gradualmente durante muchos siglos, a partir del siglo 11, y como respuesta a numerosos estímulos de orden político e histórico. Reducidas poblaciones de colonos alemanes fueron invitadas en un comienzo a instalarse en Serbia, Bosnia oriental y Hungría, por el soberano húngaro Geza II, en el siglo 12, y por el Zar serbio Dusan el Poderoso en el siglo 14 (Singleton 1985, 41). Sin embargo, la inmigración germana en gran escala a Hungría y los países que integraban anteriormente Yugoslavia –en particular Eslovenia, Croacia, Serbia y Bosnia-- se inició comparativamente tarde, a lo largo de los siglos 18 y 19.

Durante esa época, la mayor parte de toda la región estaba bajo el dominio del Imperio Germano Habsburgo, cuya sede era la actual Austria. Después de la derrota del rey húngaro Lajós, en la batalla de Mohacs, perpetrada por las invasoras legiones otomanas musulmanas, en 1526, los Habsburgo anexaron a la corona húngara los territorios todavía no conquistados por los musulmanes, incluso las regiones norteñas de Hungría y sus territorios subordinados de Croacia, Eslavonia y Bohemia. Por el Tratado de Passarowitz, de 1718, el otrora esplendoroso Imperio Otomano fue aplastado por los Habsburgo y hecho tambalear hasta su gradual colapso. Los Habsburgo se crecieron rápidamente anexándose a toda Hungría, Croacia y Transilvania (actualmente Rumania noroccidental) y las regiones norteñas de la Serbia otomana, llamadas Voivodina y Banato, que en la actualidad están desparramadas por Hungría, Rumania y Serbia. Bosnia y Serbia siguieron bajo hegemonía otomana hasta 1878, y Serbia propiamente dicha nunca fue absorbida dentro de la órbita de los Habsburgo. Lo que es actualmente Eslovenia había estado por largo tiempo bajo la autoridad de los Habsburgo. Fue en este contexto geopolítico que la monarquía alemana de los Habsburgo, ejerciendo abrumadoramente un control étnico desproporcionado en este masivo imperio, promovió asentamientos germanos en todas partes de sus dominios y al interior de los territorios que integrarían posteriomente Yugoslavia.

Hubo muchos motivos que instigaron al gobierno de los Habsburgo para que auspiciara la inmigración germana. Hungría y la región esteparia habían sido diezmadas y arrasadas durante las guerras contra la invasión musulmana, que dejó en ruinas los centros económicos y agrícolas. Buda y Pest (luego Budapest) fueron casi totalmente despobladas, pues numerosos pobladores serbios y húngaros cristianos habían huido hacia el norte, escapando de los jenízaros otomanos. Esto dejó inmensos espacios, de la órbita recién expandida de los Habsburgo, propicios para el reasentamiento como herramienta capaz de generar producción agrícola y material. Igualmente conspicua era la irascible situación étnica en el muy heterogéneo Imperio de los Habsburgo, que abarcaba a una élite germana inequitativamente poderosa y a súbditos húngaros, serbios, rumanos, croatas, eslovenos, checos y eslovacos con derechos lingüísticos, culturales y políticos disminuidos. Los húngaros, que constituían el segundo grupo étnico más poderoso del incipiente sistema imperial de monarquía dual, se esforzaban con amargura por ganar prerrogativas iguales a las de la etnia germana. En su empeño por subsumir la influencia de la nobleza húngara rival, los germanos alentaron el asentamiento de minorías no húngaras en la mitad húngara del imperio. Se promocionó, así, la inmigración de eslovacos y personas eslavas junto con las germanas, a fin de contrarrestar dicha influencia. El fomento de la inmigración de comunidades germanas al interior del imperio, y lo que sería después Yugoslavia, eventualmente fortaleció los intereses y el monopolio de la elite económica y política de esa etnia. Por último, los Habsburgo fomentaron la inmigración a las zonas norteñas de la moderna Yugoslavia (especialmente el Banato y la Voivodina serbia) como recurso de defensa miliciana contra la temida agresión otomana en las fortificaciones ubicadas más hacia el Sur, conocidas como Frontera Militar (Militärgrenze).

En estas circunstancias, los soberanos habsburgos (en particular, Leopoldo II y María Teresa) formalizaron la Comisión Colonial, después de 1766, alentando y subsidiando la inmigración de colonos y emprendedores germanos de los estados predominantemente católicos del Sur de Alemania. Esta promoción se mantuvo en grado declinante hasta la caída del imperio en 1918. La mayoría de estos germanos provenían de las regiones de Baden, Schwaben (Suabia), Würtenberg, Bavaria, Hessen, Luxemburgo y Elsass (Alsacia) en Francia. Es así como conservaron numerosas tradiciones germánicas locales, una fuerte fe católica, que era obligatoria durante esa época en el Imperio Habsburgo, y hablaban una serie de dialectos germánicos, incluido el suabo (Schwäbisch), el franconio (Fränkisch) y el 'alemannisch'. A pesar de estas mínimas diferencias lugareñas, a los inmigrantes germanos que se asentaron en los territorios de la Corona Habsburgo-Húngara y lo que se convirtió en Yugoslavia, se los denominaba en su conjunto suabodanubianos (Donauschwaben), habida cuenta de que la mayor parte de ellos se establecieron a lo largo del río Danubio. Los suabos que se asentaron en las regiones de Banato y Voivodina, repartidos entre Serbia, Rumania y Hungría, eran conocidos como suabobanatos. Los principales lugares de asentamiento inicial de los germanos, en lo que posteriormente se llamó Yugoslavia, se encontraban en lo que es hoy Serbia y Croacia. Ciudades y pueblos importantes habitados por germanos, y que en la actualidad están casi carentes de ellos después del desplazamiento del 98,5 por ciento de los germanos yugoslavos, comprenden las localidades de Apatin, Hodschag (hoy día, Odžaci), Knicanin (Rudolfsgnad), Novi Sad (Neusatz) en Voivodina, Katschfeld (Jagodnjak), Gakovo, Krusciwl (Kruševlje), Vukovar y Esseg (Osijek).


Mapa parcial de ciudades germanas surgidas durante la inmigración auspiciada por los Habsburgo. ACCIONAR PUNTERO PARA AUMENTAR TAMAÑO. (Extraído del libro Casualty of War: A Childhood Remembered, de Luisa Lang Owen)

Una vez establecidas, las familias germanas recibían permisos de usufructo de tierras agrícolas protegidas, con auspiciosas exenciones de impuestos e incentivos, animales gratuitos, equipo y semillas, y vivienda (Kann 1979, 200). En vista de que los germanos inmigrantes gozaban de un exhorbitante subsidio gubernamental y que ahora eran una minoría significativa en los centros urbanos de Pest, Buda, Novi Sad y Bratislava, los desproporcionados privilegios de los germanos de Austria fueron hechos extensivos a los nuevos inmigrantes germanos en general (Kann 1979m 400). Como consecuencia, los suabodanubianos se hicieron bastante pudientes y políticamente influyentes, a pesar de ser una pequeña minoría étnica. La mayoría de las aldeas y ciudades de colonos germanos desarrollaron un estilo arquitectónico y cultural de aspecto germánico, mientras que el idioma comercial y cultural de los poblados colonizados por minorías germanas cambió rápidamente del eslavo al alemán. Estos factores fueron fuente de permanente tensión interétnica, en la medidad en que los eslavos y húngaros se decidían cada vez más por la autodeterminación en contra de los germanos. De igual manera, en zonas pobladas principalmente por serbios ortodoxos o húngaros calvinistas, la presencia de sacerdotes o iglesias católicas se percibía como una invasiva presencia del imperialismo alemán.

Solo en el siglo 19, más de 150.000 inmigrantes germanos arribaron a la frontera sur de Hungría (Prokle 2003, 22); 160.000 llegaron a Croacia-Eslavonia (Lumans 1993, 117). Voivodina –región norte de Serbia, regida por los Habsburgo-- tenía más de 285.920 germanos en 1880, es decir el 24,4 por ciento (Kocsis 2); la región de Banato tenía en total unos 388.000, o sea el 24,5 por ciento (Zentrum gegen Vertreibung), y 325.000 en 1910, esto es el 21,4 por ciento (Jelavic 1983, 316). En todos los territorios de la corona húngara, la población total de germanos (principalmente suabodanubianos inmigrantes) era de 1.200.000 habitantes, en 1843; 1.995.250 en 1880 (el 12,5 por ciento de los dominios húngaros), y 2.046.828 para 1910, es decir el 9,8 por ciento (Kann 1979, 605-8). En 1878, después de la gradual ocupación de la hasta entonces Bosnia otomana, el gobierno habsburgo hizo extensiva la inmigración germana y eslovaca, en pequeña escala, a Bosnia y Herzegovina, hasta un número por encima de 10.000, y de éstos por lo menos 2.000 suabos en la primera fase (Malcom 1996, 143). Los nacionalistas bosnios de inmediato respondieron a esta subsidiada élite étnica con peticiones y protestas parlamentarias en Viena, como parte de la permanente fricción entre etnias en el imperio (Ibid). La moderna Eslovenia, que estaba adjunta de manera integral al Imperio de los Habsburgo durante siglos, contaba con una clase económica, intelectual y política germana excesivamente poderosa que en general no se vio afectada hasta la caída del imperio. Había hasta 38.631 habitantes de etnia germana en Eslovenia para 1921 (Wolff 2002, 147).



Vida campestre y asentamiento subsidiado de los suabodanubianos en tierras de la corona húngara de los Habsburgo (cuadros del excelente pintor Stefan Jäger en www.stefan-jaeger.net)

La población germana más numerosa, en la ahora anterior Yugoslavia, se encontraba en el Banato y Voivodina de los Habsburgo, dos territorios adyacentes que en la actualidad están divididos entre Croacia, Rumania, Hungría y en especial Serbia. La drástica heterogeneidad étnica de la región la convirtió en un campo de batalla para las aspiraciones de autonomía, irredentismo y total discordia de cada grupo. Los suabodanubianos, residentes en lo que devino luego en Yugoslavia, con frecuencia fueron forzados a adaptar su nacionalidad como respuesta a constantes cambios políticos y fundamentalmente a la eventual caída del Imperio Habsburgo y al establecimiento de una Yugoslavia independiente, en 1918. Las revoluciones serbia y húngara, de 1848, en contra de los Habsburgo germanos, procurando prerrogativas políticas y nacionales, convirtieron a las regiones pobladas por germanos en zona de guerra para planteos políticos rivales, campo fértil para masacres sangrientas entre húngaros, serbios judíos asquenazíes y suabos (Glenny 1999, 51). En 1860, después de que nacionalistas serbios no lograran establecer una Serbia independiente en Voivodina, Viena cedió a la tenaz contumacia de la región, para lo cual estableció el reino germano, superficialmente autónomo, de Voivodinastia de Serbia y el Banato de Temeschwar (Timisoaro). Su gobernador, un germano, era nombrado directamente por el emperador, acentuando así la persistente tradición de lucha entre la élite germana y la mayoría eslava. Este cambio efímero de nacionalidad para los suabodanubianos en la entonces futura Yugoslavia, volvió a modificarse después del triunfo nacionalista húngaro de 1867, que estableció una monarquía dual de aparente igualdad étnica entre germanos y húngaros. A posteriori, los serbios y germanos de Voivodina tuvieron que rendir pleitesía directa a una Hungría en grado sumo nacionalista, que emprendió un programa de asimilación cultural y lingüística intensivo denominado magiarización (Kann 1979, 320). La mayoría de los suabos respondieron con una asimilación cosmética, aprendiendo húngaro y haciendo ostentación de cultura húngara, mientras que en privado retenían su identidad germana. La población croata, eslovena y bosnia del Imperio Habsburgo fue incapaz de organizar una revuelta nacional efectiva antes de la expiración del imperio. En consecuencia, la posición dominante de reducidas minorías suabas de esas regiones no se vio afectada en general por el fermento nacionalista.



Mapa de Voivodina, lugar donde se afincó la mayoría de la población germana y su lugar de asentamiento en la futura Yugoslavia, hasta su desplazamiento. La región del Banato (véase más abajo) es adyacente hacia el Este. Durante la era de los Habsburgo, cuando se fomentó la inmigración germana subsidiada, Voivodina sirvió de amortiguador militar contra los musulmanes turcos que gobernaban Serbia propiamente dicha (fuente: map.primorye.ru)


Al centro se destaca la región del Banato. El Banato y Voivodina fueron históricamente objeto de intercambio entre Serbia, Hungría y Rumania (fuente: birda.de)

La población suabodanubiana reaccionó a la crisis de nacionalismo y a las concesiones políticas peticionando a sus patrocinadores, en Viena, por un sistema de gobierno antónomo suabodanubiano en el Banato, a fin de propiciar un dominio creciente de los serbios y los húngaros nacionalistas. Al final, los intereses de la minoría suabodanubiana fueron sofocados por aspiraciones nacionales húngaras. Las personas germanas dentro de la órbita húngara (Croacia, Eslovaquia, Hungría y Transilvania) se vieron sometidas al proceso de magiarización hasta la caída del imperio en 1918. En cierto modo, para 1913, como reacción a este conflicto etnopolítico, más de 79.500 personas germanas emigraron de Voivodina y Banato (Kocsis 2001, 146). A pesar de esta pérdida de autonomía cultural de los germanos y la cesación directa de subsidios provenientes de Viena, los suabos en Hungría y la futura Yugoslavia representaron sus intereses independientes adaptándose a través de una serie de recursos. Entre estos mecanismos se encontraban la formación de partidos políticos (especialmente el Partido del Pueblo Húngaro-Germano), periódicos, círculos académicos y manifiestos políticos que mantenían separada la identidad étnica de los germanos aun durante la asimilación obligatoria. (Véase Población germana de Hungría desplazada bajo la magiarización, para un mayor análisis.)

En 1918, la situación étnica y geopolítica, al igual que el estatus de nacionalidad de los germanos en lo que sería Yugoslavia, cambió estrepitosamente con la caída del Imperio Habsburgo, después de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Hacia 1919, aprovechando la tan esperada oportunidad de autodeterminación y desmantelamiento de 500 años de elite minoritaria germana, los nacionalistas eslavos en Croacia, Eslovenia, Bosnia, Montenegro, Serbia y Voivodina declararon la fusión de estos territorios en el reino de los serbios, croatas y eslovenos (posteriormente Yugoslavia). De ese modo, Yugoslavia se constituyó en una confederación limitada de cada grupo minoritario eslavo sureño, gobernada en forma desproporcionada por los serbios y una monarquía de esta etnia con base en Belgrado. Las poblaciones menos numerosas no eslavas, entre ellas las suabas y húngaras, vieron destruido ahora su dominio anterior. Así fue como germanos y húngaros nacionalistas, bajo la conducción del suabo Otto Roth, en el Banato y Voivodina, reaccionaron declarando en 1918 el establecimiento de una República del Banato (Banater-Republik) independiente. Este Estado efímero fue aplastado de inmediato por el ejército yugoslavo, y la Voivodina fue anexada por completo a la Serbia yugoslava junto con sus minorías suaba y húngara. La población suabodanubiana –largamente patrocinada por la hegemonía de Viena sobre la región-- eran ahora minorías en naciones independientes que ya no prestaban servicios a las comunidades húngaras o germanas. Los suabos de Yugoslavia fueron conocidos desde entonces como germanoyugoslavos (Jugoslawiendeutsche). Según estadísticas de 1921, la población germana minoritaria de la nueva Yugoslavia sumaba un total de 513.412 habitantes en ese país (el 4,21 por ciento), y, de ellos, 328.173 en el Banato y la Voivodina serbia, 122.836 en Eslavonia (Croacia), y 38.631 en Eslovenia (Wolff 2002, 147). La mayoría de los germanos de Yugoslavia, hasta su desplazamiento después de la Segunda Guerra Mundial, vivía en la región norteña del Banato y Voivodina serbios.

La experiencia germana como minoría bajo el gobierno yugoslavo (1918-1941) fue errática. Las polémicas historiográficas que describen un período de opresión antigermana por parte de los eslavos, que los indujo a su nazificación, son muy exageradas. La población germana, siendo solo el 4,21 por ciento del total nacional, gozaron de privilegios políticos disminuidos y ejercieron la influencia de cualquier minoría en Yugoslavia. A medida que ésta se inclinaba hacia una dictadura altamente centralizada de la monarquía serbia, el gobierno de Belgrado instituyó un programa continuo de confiscación de tierras y propiedades, nacionalización y redistribución limitada. Con la disolución del régimen Habsburgo germano, la Yugoslavia independiente experimentó un serio problema de una clase terrateniente germana excesivamente pudiente y una mayoría campesina eslava pobre. Aunque las confiscaciones no discriminaban sobre bases raciales y apuntaban tanto a eslavos como a germanos por igual, la posición más encumbrada de los suabos significó que fueran afectados de manera particular por las incursiones del gobierno contra la nobleza. Estos factores, combinados con la decadente disminución de la autonomía cutural y personal de los suabos bajo la monarquía centralizada en Belgrado, empujaron a éstos a preferir adherirse a corrientes políticas racistas que atendían directamente sus intereses culturales independientes.

A pesar de estas confiscaciones de haciendas, la reducida minoría suaba siguió ejerciendo una poderosa influencia en la temprana Yugoslavia, antes del establecimiento de una monarquía dictatorial bajo el rey Aleksandr en 1929. El suabo Georg Weifert (1850-1937), uno de los industriales y economistas más connotados, y presidente del parlamento serbio, era ejemplo de que la minoría germana no estaba sometida a una discriminación sistemática, contribuyendo enormemente a la evolución económica y política de la prístina sociedad yugoslava. Las personas de etnia germana continuaron siendo ricas de un modo inusual en comparación con su reducida población. En Voivodina –el granero de Yugoslavia, donde residía la mayoría de germanos y húngaros-- los germanos solo sumaban un cuarto de esa población (Hrvatski Informativni Center), pero dominaban más del cincuenta por ciento de la economía. El ochenta por ciento de los productos y bienes para exportar de la región se originaba en negocios cuyos propietarios eran familias germanas (Woff 2002, 150). Siendo semejante minoría influyente en centros comerciales yugoslavos en Voivodina, la población germana tuvo una posición promisoria durante el primer período de Yugoslavia como Estado.



Georg Weifert, presidente del parlamento serbio y uno de los industriales y economistas más importantes de Yugoslavia, ejemplifica la auspiciosa posición de que gozó la minoría germana en la naciente Yugoslavia (fuente: djordje-vajfert.org)

Los intereses culturales, lingüísticos, académicos y políticos autónomos de la minoría germana estuvieron representados con éxito por numerosos mecanismos estatales y comunitarios. El Partido Germano (Partei der Deutschen), fundado en 1922 con reconocimiento estatal, obtenía consistentemente entre cinco y ocho escaños en el parlamento nacional yugoslavo, lo que les otorgaba una influencia conmensurable sobre el gobierno y su jurisprudencia (Sretenovic 2002, 48). Un numeroso grupo de otros organismos políticos y académicos atendían los intereses de la comunidad germana, incluso el Partido Económico Germano, el Partido Campesino Kscevje (Gottscher Bauerpartei), la Unión Cultural Suaba Germana, la Kulturbund (Liga Cultural), la Asociación Germana de Mujeres y la Asociación de Doctores Médicos Germanos. Las comunidades de etnia germana, especialmente en Novi Sad (Neusatz), Apatin y Rudolfsgnad (Knizanin) tenían un total de 258 escuelas con educación tanto en alemán como en serbocroata, 400 asociaciones y uniones culturales y agrícolas, una editorial separada de lengua alemana, más de treinta periódicos y revistas propias, y un diario llamado Deutsches Volksblatt (Ibid., 50).

Queda claro que la experiencia de la comunidad suaba en la primitiva fase de la independencia yugoslava no fue de opresión o sometimiento. Los suabos danubianos habían adaptado notablemente su nacionalidad a varias transiciones, desde su establecimiento en la región en el siglo 18, incluso bajo el dominio de los Habsburgo, los vaivodas serbios, los húngaros nacionalistas y por último los yugoslavos independentistas. Se desempeñaban como un actor integral en la economía yugoslava, en el oficio de gobernar, en la industria, en la pedagogía y en la intelectualidad. No existe evidencia de ninguna marcada contumacia interétnica entre la mayoría eslava y la minoría germana, con anterioridad a la dictadura monárquica de Belgrado, en 1929. Fue necesario que se dieran una serie de factores ideológicos, sociales y culturales para provocar eventualmente que los germanos se sintieran atraídos por el racismo y nacionalsocialismo (nazismo), antes de la invasión del Tercer Reich en 1941, y el consecuente desplazamiento del 98,5 por ciento de la comunidad germana de Yugoslavia a partir de entonces.

 

 

Período nazi y las confiscaciones, trabajo forzado, encarcelamiento y emigración de la población germana

A lo largo de las décadas de 1920 y 1930, la minoría de suabodanubianos en Yugoslavia fueron inclinándose gradualmente hacia manifestaciones de un nacionalismo pangermanista, nazismo, racismo e irredentismo. Las motivaciones políticas y sociales para esta digresión fueron multifacéticas. Fuentes historiográficas apologéticas explican la radicalización de los germanoyugoslavos exagerando una opresión sistemática sobre las minorías germana y húngara practicada por los eslavos. Por otro lado, el otro extremo, propugnado después de la guerra por el vengativo régimen comunista yugoslavo, consistía en sostener que la minoría germana era culpable de una conspiración de larga data a cargo de la extrema derecha que procuraba independizarse por completo de Yugoslavia y el sometimiento de los otros grupos eslavos dentro de ésta. Ambas interpretaciones son exageradas y deficientes, y dejan de lado por completo las diversas razones por las que los germanos fueron cambiando hacia movimientos nacionalistas alemanófilos.

Cuando la hasta entonces monarquía ceremonial de Belgrado, bajo el rey Aleksandr, comenzó a imponerse como una dictadura sobre Yugoslavia, en 1929, los principales grupos étnicos de la nación vieron significativamente obstaculizadas sus anteriores prerrogativas autónomas, étnicas y comunitarias. Germanos, húngaros y eslavos por igual ya no podían encargarse de sus asuntos locales a través de medios políticos y legales, por causa de la dominación de Belgrado. El Partido Germano fue proscrito por completo, como también la nacionalista Liga Cultural, incluso antes de que se tornara nazi. Si bien esta abolición se suspendió con posterioridad, ya se había infligido el divisionismo social. La disminución de prerrogativas en los grupos minoritarios no serbios fue exacerbada aún más por lo que se percibía como su creciente servilismo a los serbios y al soberano serbio. La imposición del serbocroata como idioma oficial, promocionado en detrimento de otras lenguas minoritarias, inhibió más aún el deseo de grupos no serbios a profesar lealtad al estado yugoslavo. Fue la transición de Yugoslavia de un sistema de confederación política multiétnica a un sistema de hegemonía serbia que empujaba a los grupos minoritarios hacia el radicalismo y la discordia. Los suabodanubianos, al igual que los croatas y húngaros, comenzaron muy pronto a apartarse de la integración con Yugoslavia y se unieron a movimientos políticos que atendían de manera directa sus intereses culturales severamente obstaculizados. Del mismo modo que la población germana de los Sudetes, en Checoslovaquia, los movimientos germanófilos radicales que promovían el nacionalismo alemán se hicieron más relevantes para los germanos yugoslavos que el servilismo a una monarquía serbia altamente alienante. Fue, más bien, este proceso, y no algún deseo malévolo de genocidio o matanza masiva racial, lo que incitó a los germanos a identificarse presurosamente con el nazismo. A pesar de la poco auspiciosa situación de los germanos al interior de Yugoslavia, bajo Aleksandr I, el rey fortaleció las cálidas relaciones con Alemania y otras naciones del Eje adhiriendo formalmente, en 1941, al Pacto Tripartito, una alianza económica y política entre naciones de tendencia fascista. El pacto no era una alianza militar, y Yugoslavia siguió siendo un país neutral, cuyas fronteras estaban protegidas de los movimientos de tropas de las naciones del Eje.



El rey Aleksandr I de Yugoslavia, soberano que después de 1929 consolidó la nación federalizada en una dictadura monárquica y polarizó en gran manera las aspiraciones de autodeterminación de los grupos minoritarios (fuente: royalfamily.org)

Los principales órganos representativos de la población germana yugoslava en la década de 1920 eran el Partido de los Germanos (Partei der Deutschen) y la Schwäbisch-Deutscher Kulturbund (Liga Cultural Suabo-Germana). La Liga Cultural fue identificada por los comunistas después de la guerra como una organización criminal y todos sus afiliados (la mayoría de la población germana) fueron tachados de traidores pro nazis. Si bien la Liga Cultural devino en un vehículo para el nacionalsocialismo (nazismo) que contaba con el apoyo de los germanos yugoslavos y el gobierno del Tercer Reich, inicialmente comenzó como una asociación cultural moderada, integrada por germanos. Fundada en 1920 por Johann Keks, Stefan Kraft, Peter Heinrich y Georg Grassel, el movimiento no convocaba a una discordia con Yugoslavia, a una unión con Alemania, ni abogaba por ninguna violencia. Valiéndose del lema "Staatstreu und Volkstreu" (Lealtad al Estado y Lealtad al Pueblo), la Liga Cultural fomentaba la representación de la cultura alemana y la identidad étnica, pero en activa colaboración con el gobierno yugoslavo y la mayoría étnica eslava.

La inicial moderación fue mutando en el contexto de las furibundas polémicas de nacionalistas pangermanistas como Branimir Altgayer, el Dr. Jakob Anwender y el Dr. Sepp Janko, en respuesta a la creciente hegemonía de la dictadura serbia sobre la comunidad germana y otras minorías. Varias corrientes ideológicas competían en el aula municipal y en debates académicos entre liberales, radicales y conservadores. El ascenso de los nacionalsocialistas en Alemania, bajo la dirección de Adolfo Hitler y la proliferación de una retórica pangermanista, influyó sensiblemente en la evolución política de los germanos yugoslavos. La imagen de una unidad pangermana y una visión colectiva de los nazis en Alemania inspiró a muchos suabos que se sentían crecientemente enfadados por su disminución de autonomía bajo el rey Aleksandr. Las redistribuciones de tierra y propiedades, aunque muy a menudo exageradas e impuestas a eslavos y germanos por igual, siguieron aumentando la presión de esta divergencia, alejándolos de la integración con Belgrado. De igual manera, la declaración del gobierno fascista de Rumania, en el sentido de que el nacionalsocialismo era la única voz representativa de la Población sajona de Transilvania, contribuyó a la radicalización de los suabos yugoslavos. Eventualmente, los dos doctores pangermanistas mencionados lograron valerse de estas circunstancias geopolíticas para inducir a la Liga Cultural y a otras asociaciones germanas hacia el nacionalismo alemán y el orgullo racial, a mediados de la década de 1930, en el marco de un movimiento denominado Movimiento Renovador Nacionalsocialista (nationalsozialistische Erneuerungsbewegung). Aparte de exaltar el nacionalismo étnico y la solidaridad cultural, la Liga Cultural mantenía al menos una afiliación temática y una colaboración con el Estado yugoslavo; no reclamaba una total independencia o revolución, ni promovía ningún genocidio.

Para 1939, la Liga Cultural nazificada había devenido en el representante político más conspicuo de la minoría germana en Yugoslavia. En el momento de la invasión del Eje, la afiliación a la Liga Cultural ascendía a más de 300.000 personas, es decir, más del 60 por ciento de toda la población germana yugoslava (Sretenovic 2002, 50). En ese mismo año, la Liga Cultural fue absorbida en la red de la Volksdeutsche Mittelstelle de Heinrich Himmler, director de la SS y principal arquitecto del holocausto. En consecuencia, los germanos yugoslavos fueron subsecuentemente representados, organizados y subsidiados por el Tercer Reich y la SS. El Dr. Sepp Janko de la Liga Cultural se convirtió en “Führer” de los suabos yugoslavos con antelación a la invasión del Eje. La amplia afiliación de suabos en movimientos nazis contribuyó a la exagerada identificación posbélica de los suabos como implicados de manera unánime en las atrocidades cometidas por los ejércitos foráneos del Eje. A pesar de que la Liga Cultural y la mayoría de los germanos adoptaron una retórica pangermanista y racista, la suposición generalizada de los yugoslavos en el sentido de que toda la etnia germana era colectivamente culpable de genocidio y, por tanto, debía ser encarcelada, era una gigantesca exageración.


Dr. Jakob Anwender, en uniforme tipo SS –a la izquierda-- en reunión con el dirigente nazi croata, Ante Pavelic. Anwender, junto con Sepp Janko y otros polemistas, contribuyó a transformar la hasta entonces moderada Kulturbund en una organización racista y pangermanista (fuente: mymilitaria.it)

 

 

La invasión del Eje y las atrocidades de la guerra

En marzo de 1941, la posición geopolítica de Yugoslavia se hizo precaria. El rey Aleksandr I, dictador de Yugoslavia y parcial socio político y económico del Tercer Reich en el marco del Pacto Tripartito, fue destronado por un golpe del Rey Petar II, con el apoyo británico. Los aliados occidentales, junto con significativos sectores del gobierno yugoslavo, procuraron revertir la relación de Yugoslavia con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Cediendo a presiones, Petar y el gobierno finalmente optaron por mantener su adhesión al Pacto Tripartito con el Eje y apoyar los reclamos expansionistas de Alemania bajo el Acuerdo de Viena (Glenny 1999, 476). Sin embargo, Hitler en forma petulante reaccionó al problema de la incierta relación de Belgrado con Alemania declarando la guerra a Yugoslavia. La mayoría de los historiadores alegan que Alemania fue lenta y reacia a invadir a Yugoslavia, para disimular así los fracasos militares italianos en la vecina Grecia, siendo también presionada con intensidad por los crecientes reclamos desde territorios yugoslavos de Bulgaria, Hungría y Rumania, integrantes del Eje. La increíblemente repentina invasión de Yugoslavia y el golpe de Estado de último minuto por parte del Rey Petar contra el pro-Eje Rey Aleksandr pone en franca tela de juicio el mito yugoslavo posbélico de que los suabodanubianos habían estado planeando por mucho tiempo una conspiración pro invasión nazi. Así pues, pocos suabos (o yugoslavos, si vamos al caso) podían predecir que Alemania destruiría un socio económico y político crucial en el Pacto Tripartito.

La ex Yugoslavia fue ocupada y repartida entre las potencias beligerantes del Eje, desde 1941 hasta 1944. El rey Petar II fue arrojado al exilio. Bulgaria se apoderó de Macedonia; Italia anexó a Eslovenia, Montenegro y la región costera de Bosnia y Croacia (Dalmacia); y Alemania ocupó la Serbia propiamente dicha. Las regiones de Banato y Voivodina al norte de Serbia, donde vivía la mayoría de germanos yugoslavos, fue absorbida por la Hungría integrante del Eje. Bajo orquestación de Alemania, poblaciones y municipios del Banato con mayorías germanas eran elevados a la categoría de 'exclaves' administrativos autónomos dentro del Tercer Reich, a pesar de que los germanos solo eran el veinte por ciento de la población de Banato (Hrvatski Informativni Centar). Se instaló un régimen títere de protectorado bajo la dirección alemana en Belgrado, presidido por el nacionalista serbio Milan Nedié. Ultranacionalistas croatas del movimiento Ustase se separaron de Yugoslavia, se fusionaron con Bosnia y organizaron un Estado de extrema derecha respaldados por Italia y Alemania, con el nombre de Estado Independiente de Croacia, presidido por Ante Pavelic. La posición dominante de Alemania en el control de los yugoslavos, como también su estrecha afiliación con los suabos yugoslavos, contribuyó a la identificación generalizada de éstos como grupo étnico criminal por los vengativos socialistas de postguerra.

Lo que siguió fue una trágica reyerta de limpiezas étnicas y genocidio cometidas por cada uno de los grupos étnicos de la desmantelada Yugoslavia, habida cuenta de que cada grupo aprovechó la oportunidad de luchar, de un modo violento, por la independencia y prerrogativas culturales que les eran negadas en forma creciente por la monarquía yugoslava dominada por los serbios. Éstos, más los albaneses, croatas, bosnios, musulmanes, ortodoxos católicos, suabos, húngaros, comunistas, milicianos Cetnik monarquistas y nazis, todos participaron en una vorágine de algunas de las más sangrientas atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Un latente odio étnico entre croatas y serbios diezmó a los Balcanes, mientras brigadas comunistas y serbios nacionalistas se enfrascaban en mutuas masacres a lo largo y a lo ancho de los saqueados territorios yugoslavos. Sin embargo, la población germana suaba y la croata fueron culpadas de todo después de la guerra y sometidas a represalias y encarcelamiento universal.


Dirigente croata nazi Ante Pavelic, a la derecha, estrecha la mano a Adolfo Hitler. Muchos suabos participaron activamente en la acción conjunta de Croacia y Alemania y su concomitante brutalidad contra serbios, judíos y otras víctimas (fuente: axishistory.com)

Fue en esta época que se produjo la primera fase de 'evacuación' y remoción de germanos yugoslavos, no perpetrada por vengativos comunistas, sino por el propio Tercer Reich. Las reducidas poblaciones germanas, fuera de la aliada Croacia y la autónoma región germana de Banato, eran consideradas por Alemania en riesgo de perder la 'pureza' de su identidad étnica por asimilación o por el peligro de ser asesinadas en redadas perpetradas por los partisanos comunistas. En la Volksdeutsche Mittelstelle, dominada por Heinrich Himmler, se creía que las diferentes minorías germanas de Eslovenia, zonas rurales de Bosnia y de Serbia también gozarían de más representación y oportunidades fiscales si fueran trasladadas 'de vuelta' a Alemania, el hogar que sus ancestros no habían visto por dos siglos. A consecuencia de esta política, la totalidad de la población germana de Bosnia-Herzegovina (entonces parte de la Croacia nazi) fue escoltada a la fuerza hasta Belgrado, donde fueron metidos en trenes y camiones y despachados con rumbo norte a la Hungría perteneciente al Eje, el Tercer Reich y la Polonia ocupada por Alemania. En total, unas 18.000 personas civiles germanas fueron reubicadas fuera de Bosnia de esta manera (Lumans 1993, 176). La mayor parte de la comunidad germana en la Eslovenia gobernada por Italia, conocida como germanos 'gochescos' (Gotschee), que antes sumaban unas 33.000 personas, también fueron 'evacuadas' (Sretenovic 2004, 53), (Prokle 2003, 155). Algunos germanos, no obstante, permanecieron en Eslovenia (hasta que los socialistas los sacaron después de 1944), pero Bosnia quedó totalmente despoblada de germanos por la acción de Alemania. Por lo menos 1.925 civiles suabos fueron desplazados del resto de Yugoslavia (en particular Serbia), ostensiblemente como medio de 'protección' contra asaltos partisanos a las aldeas germanas. Resulta interesante que muchas de estas 'evacuaciones' fueron llevadas a cabo por la SS sin la aprobación de los germanos suabos evacuados. En algunos casos, se informó incluso que individuos de etnia germana atacaron a sus escoltas de la SS cuando se les acercaban para su traslado forzoso (Lumans 1993, 176). Al igual que los población germana báltica y buena parte de la población germana de Rumania, la mayoría de Bosnia y Eslovenia habían dasaparecido como consecuencia de la política exterior de Alemania y su ideología pangermanista. Sin embargo, este desplazamiento involuntario solo fue una fracción del que perpetró el régimen socialista yugoslavo después de la guerra contra la etnia germana en su conjunto.

Es de crítica importancia subrayar la complicidad de cada uno de los grupos que cometieron diversas formas de genocidio étnico, para desenmascarar así el mito posbélico de que solo los alemanes estuvieron implicados en atrocidades y crímenes de guerra. No fueron las potencias del Eje las que perpetraron los genocidios por su cuenta, sino que su destrucción de la monarquía de Belgrado desencadenó una casi inevitable guerra civil y un vacío de poder, y por ende la violencia étnica. La dominación nazi solo encendió un ya latente polvorín de purga violenta. Yugoslavia sufrió algunas de las mayores pérdidas de vidas de toda la guerra. Más de 900.000 sujetos murieron en total como consecuencia de la guerra civil yugoslava. La mayoría de estas muertes no eran producto de un genocidio perpetrado por la minoría suaba, sino de escaramuzas generales y masacres entre rivales nacionalistas serbios, croatas, monarquistas, soldados nazis y partisanos comunistas (Burleigh 2001, 421). La mayoría de los judíos y serbios de la Macedonia ocupada por Hungría fueron muertos o expulsados por Bulgaria, y hay un caso en que solo en esa ocasión soldados húngaros de la ocupada Voivodina ejecutaron a más de 4.000 civiles (mayormente judíos y serbios) en Novi Sad, en 1942 (Yahil 2000, 503). Los crímenes de guerra de los croatas son de particular importancia con relación a la suerte corrida por los suabos, habida cuenta de que, después de la guerra, ambos eran retratados como beligerantes cómplices de los nazis. Los nacionalistas croatas que adoptaron su propia versión de racismo e identidad 'aria', persiguieron y mataron por su cuenta a un porcentaje mayor de su población, en homicidios de turbas y campos de concentración croatas, tales como Janenovac, que cualquier otro país del Eje (Glenny 1999, 501). Se ha estimado que se ejecutó un tercio de los 2.000.000 de serbios en los Sudestes de la región croata de Kratina, y en Bosnia oriental; un tercio fue asimilado a la fuerza y convertido al catolicismo croata, y un tercio fue expulsado (Ibid., 498). El 75 por ciento de los judíos de Croacia, es decir entre 30.000 y 40.000, murieron durante la guerra (Cox 2002, 94). Las atrocidades de los croatas eran tan drásticas que incluso los agentes de la SS supuestamente se 'impresionaron', presionando a los nacionalistas croatas para que aflojaran la mano, a fin de no radicalizar aún más a los belicosos partisanos comunistas (Singleton 1985, 178). Los croatas y suabos de Yugoslavia esperaban expulsar al menos a 50.000 serbios del Banato y Voivodina, pero Berlín al parecer se negó por la misma razón (Wolff 2002, 151).

Sin embargo, las legiones de SS actuantes en Yugoslavia, que reclutaron a jóvenes suabos, efectivamente participaron en muchos de los peores crímenes perpetrados por el Tercer Reich en cualquier nación ocupada. A continuación de la invasión del Eje, el gobierno alemán organizó la formación de una milicia voluntaria, ejército (Wehrmacht) y unidades Waffen-SS. Todos los reclutas suabodanubianos, de lo que ahora pasó a ser la ex Yugoslavia, fueron puestos a las órdenes de la Division-SS Prinz Eugen comandada por el sajón transilvanio Artur Phleps, una de las unidades más bárbaras y brutales de toda la SS. El gobierno alemán emitió un decreto mediante el cual se ordenaba que, por cada germano civil o soldado muerto por partisanos yugoslavos, debían ser fusilados en represalia hasta cien civiles eslavos (Glenny 1999, 485). A resultas de esta política, poblados eslavos, como Sutieska, Niksic, Kalievo y Neretua, fueron virtualmente quemados hasta los cimientos y sus habitantes ejecutados casi en su totalidad. Según una versión oficial, más de 20.000 serbios fueron fusilados como represalia solo entre setiembre de 1941 y febrero de 1942. (Burleigh 2001, 433). Miles de judíos, y especialmente partisanos eslovenos no judíos, nacionalistas y comunistas, fueron asfixiados en las cámaras de gas o fusilados por militares alemanes, voluntarios e italianos en el poco conocido campo de concentración de Risiera di San Sabba en el Trieste, después de 1943, en cooperación entre Benito Mussolini y el Tercer Reich. Los germanos (incluidos suabos y soldados alemanes), croatas y serbios de Chetnik mataron al 94 por ciento de los judíos serbios, esto es entre quince y dieciséis mil personas (Cox 2002, 92). Los judíos de Zrenjanin fueron aniquilados casi por completo. Según la oficina gubernamental de estadísticas de Croacia (Državni Zavod za Statistiku), la población judía total en dicho lugar se redujo de unos 20.000 individuos a solo 413, entre 1931 y 1953, si bien esto fue principalmente producto de la acción de los croatas.



Artur Phleps, sajón transilvanio, comandante de la División-SS Prinz Eugen, quien reclutaba a los suabos en Yugoslavia y perpetró muchas de las peores atrocidades de la guerra contra civiles y partisanos.

 

 

Grado de participación de la población germana yugoslava en la brutalidad bélica

Es innegable que el Tercer Reich cometió o alentó, o permitió apáticamente, el genocidio racial atroz, pero es muy difícil sopesar acertadamente el grado en que la persona germana civil media, en la ocupada Yugoslavia, estuvo implicada en las atrocidades perpetradas por el ejército alemán y otras potencias del Eje. Fuentes que describen a una población germanoyugoslava totalmente inocente sujeta a persecuciones masivas o 'exterminio' por parte de los comunistas son exageradas, como lo son los argumentos que pintan a los suabos como 'Kulturbundits' que estaban en su totalidad implicados en el nacionalsocialismo, los escuadrones de la muerte de la SS o en crímenes de guerra genocidas. Con todo, después de 1944, los triunfantes socialistas proscribieron a la totalidad de la población germana y húngara, en forma colectiva, culpables de ser una 'quinta columna' de traidores, que cooperaron uniformemente con los invasores fascistas.

La gran mayoría de suabos en Yugoslavia respaldaron activamente la Kulturbund, que propugnaba una ideología pangermanista, nacionalista, racista y pro hitleriana antes de la invasión del Eje, en 1941. Había al menos 300.000 afiliados inscritos en la Liga Cultural cuando las tropas del Eje se hicieron presentes (Sretenovic 2002, 50). Para esta época, se encontraban más de 500.000 personas de etnia germana dentro de las fronteras de Yugoslavia, lo que significa que un 60 por ciento de los suabos respaldaban oficialmente la ideología de la Liga Cultural (Stupar). Esto no incluye a los germanos no afiliados que simpatizaban con las doctrinas nazis o tendencias pangermanistas, pero que no adhirieron formalmente al partido. Sin embargo, al igual que los Germanos de los Sudetes de Checoslovaquia, los germanos de Yugoslavia se unieron a movimientos nacionalistas alemanes porque los consideraban como los que mejor respondían a sus intereses culturales y políticos. Después de que la dictadura del rey Aleksandr bloqueó en gran parte a las minorías de Yugoslavia, en su afán de mantener activamente su autonomía local y sus prerrogativas políticas los suabos se sintieron más alentados a adherir a grupos nacionalistas germanos. Los partidos germanófilos, incluso los que adoptaron lemas nazis, eran mucho más pertinentes y atractivos para la minoría germana que los partidos nacionales eslavos que respaldaban la monarquía que ya obstaculizaba su agenda cultural y su autonomía política. Así pues, el hecho de que la mayoría de los suabos en Yugoslavia eran 'nazis' y miembros de la Liga Cultural no equivalía automáticamente a poseer los atributos de barbarismo y genocidio nazis que desafortunadamente nos son conocidos en la actualidad.

Después de la guerra, los socialistas yugoslavos justificaron la proscripción de los germanos yugoslavos acusando a las personas individuales y a la Liga Cultural de una prolongada conspiración con el Tercer Reich, para orquestar la invasión a Yugoslavia y subyugar a los eslavos bajo la autoridad de la minoría suaba (Portmann, 62). Esta acusación es presuntuosa y en gran parte infundada. No se ha encontrado hasta ahora en la historiografía evidencia alguna que indique cualquier colusión conspirativa de la Liga Cultural o grupos suabos con la Alemania nazi antes de la invasión. La Liga Cultural propugnó de continuo un programa de cooperación y afiliación al interior de Yugoslavia más bien que un llamado al irredentismo o independencia. De la misma manera, como se indicó anteriormente, Yugoslavia y Alemania tenían una asociación política y económica en el marco del Pacto Tripartito. Yugoslavia, por su lado, era muy dependiente de Alemania en materia económica y en asuntos de inversión (Singleton 1985, 156). El 65 por ciento de los productos y las maquinarias importadas por Yugoslavia provenían de Alemania, con frecuencia a precios reducidos. Pocos suabos podrían haber predicho que Berlín arruinaría esta alianza económica y política tan positiva, la cual se mantuvo bajo el mencionado Pacto aun hasta que se inició la invasión. Del mismo modo, pocos suabos (o incluso yugoslavos o germanos) podrían haber vislumbrado el golpe de Estado de última hora perpetrado contra el rey Aleksandr, en marzo de 1941, por Petar II, opositor al Pacto, o la increíblemente espontánea declaración de guerra contra Belgrado por parte de Hitler, como respuesta a la incertidumbre repentina de la monarquía con respecto a su conducta política. Incluso, después de tomar el poder, Petar II optó al final por mantener los vínculos con Alemania (Glenny 1999, 476). No había suficiente tiempo como para que los suabos yugoslavos estuvieran complotando por largo tiempo con Hitler para destruir a Yugoslavia. No había ninguna conspiración permanente entre los suabos y el Tercer Reich para perpetrar una invasión y un genocidio, como alegaron los socialistas después de la guerra, cuando iniciaron el encarcelamiento de toda la comunidad germana. Yugoslavia era la patria de los suabos tanto como lo era la Alemania que dejaron atrás sus ancestros dos siglos antes.

Existieron también informes de un cierto número de casos de resistencia, por parte de sacerdotes católicos suabos y círculos eclesiales, contra las atrocidades cometidas a los yugoslavos por la Wehrmacht, la SS y otros suabodanubianos. Por otra parte, informes de la SS revelan que algunos suabos de Serbia y Bosnia, a los que se había planificado evacuar a Alemania sin su aprobación, incluso atacaron a sus escoltas pertenecientes a esa fuerza de seguridad (Lumans 1993,176). De igual manera, varias asociaciones liberales académicas y cívicas expresaron una fuerte resistencia a la nazificación de los germanos suabos, y repudiaron con energía la violencia perpetrada por las tropas del Eje en la Yugoslavia ocupada. El periódico de noticias liberal 'Die Donau' (El Danubio) representaba una corriente ideológica presente entre los suabodanubianos que cuestiona seriamente el mito posbélico de una adhesión universal de los germanos yugoslavos al extremismo y perfidia nazi racista. Cuando las tropas alemanas y húngaras llegaron a la Voivodina serbia, se prohibieron las iglesias y periódicos de tendencia liberal o reaccionaria en las comunidades húngaras y suabas, siendo muchos de sus editores y sacerdotes arrestados u obligados a emigrar al exilio. A pesar de las heterogéneas posiciones políticas e ideológicas de los suabos, que los fragmentó aun más a medida que la guerra se hacía desfavorable para Alemania, los socialistas yugoslavos procedieron a perseguir y encarcelar a todo el grupo étnico.

Es verdad que un gran número de suabodanubianos varones recibieron abiertamente con beneplácito y respaldaron al Tercer Reich e incluso las atrocidades nazis durante el período de ocupación. La mayoría difícilmente hubiera rechazado el ingente subsidio y apoyo que recibían de Alemania en contraste con las cortapisas a sus prerrogativas culturales que experimentaron bajo la monarquía yugoslava después de 1929. La División Prinz Eugen de la SS, que operaba en Yugoslavia y se alimentaba de conscriptos y voluntarios suabos del país, era una de las más truculentas unidades SS en su ejecución desenfrenada de poblaciones civiles eslavas y la incineración de aldeas civiles. Unos 93.000 suabos prestaron servicio, ya sea en el ejército, policía militar o unidades SS de Alemania, Croacia o Hungría durante la guerra, totalizando casi el 20 por ciento de la población suaba (Prokle 2003, 31). De los suabos en Croacia, 18.538 se unieron a los infames escuadrones de la muerte de la croata Ustache o la SS alemana, es decir cerca del 18 por ciento del total de la población germana en ese lugar (Lumans 1993, 238). Se trata de un inusual alto porcentaje de la población civil que se presenta como voluntaria o que es reclutada en unidades de un ejército de ocupación. Estas estadísticas tampoco toman en cuenta los métodos no oficiales por los que civiles suabos contribuyeron al esfuerzo bélico alemán. En cambio, también es debatible qué cantidad de suabos que se ofrecieron como 'voluntarios' o eran reclutados lo hicieron con el sincero deseo de respaldar la ocupación o los genocidios. Todos los suabos varones en la ocupada Yugoslavia y en especial en el Banato estaban forzosamente obligados a servir de una manera u otra al Tercer Reich, ya sea uniéndose al Prinz Eugen-SS o la Wehrmacht o proveyendo algún otro servicio (Sper, Darko), (Lumans 1993, 235). Independientemente de sus heterogéneas posiciones políticas y sus diferentes grados de aprobación al nazismo, los civiles germanoyugoslavos fueron forzados a constituirse en lo que los yugoslavos más tarde identificarían como traidores e irredentista 'quinta columna' pro fascista. Por lo tanto, aun cuando los suabos hubiesen participado en los escuadrones de la muerte, su grado de aprobación de la ocupación nazi o la traición a Yugoslavia es muy cuestionable. Sencillamente, es incierto en el campo de la historiografía qué porcentaje de la población suaba estaba implicada en los crímenes de guerra del Eje que justificara la persecución que sufrieron por parte de los yugoslavos después de la guerra. Los socialistas bajo la dirección de Tito resolvieron el problema criminalizando universalmente a la etnia germana en su totalidad. El hecho de que solo se aceptaba a varones en la SS era prueba de que la mayoría de mujeres y niños, llevados a la fuerza a campos de concentración o expulsados por los socialistas después de la guerra, eran inocentes de cualquier participación en las atrocidades del período bélico, para no mencionar al incierto número de hombres con ideologías opuestas al nazismo o quienes repudiaban cada vez más la brutalidad del ejército alemán en Yugoslavia hacia el fin de la guerra. De igual manera, se ha argumentado que la mayoría de civiles suabos implicados activamente en acciones criminales huyeron de Yugoslavia con los ejércitos alemán y húngaro después de 1944, lo que significa que la mayoría de los que se quedaron en Yugoslavia eran inocentes (y la mayoría de los que fueron perseguidos y encarcelados) y no esperaban represalias de los yugoslavos.

 

 

Desaparición del 98,5 por ciento de población germana yugoslava por expulsión, trabajos forzados y emigración masiva

Hacia octubre de 1944, el tambaleante Tercer Reich se encontraba en retirada de la ocupación impuesta a Yugoslavia, y los partisanos socialistas, encabezados por Jozip Broz “Tito”, eran victoriosos sobre los fascistas suabos y croatas y los milicianos serbios chetnikos. Inicialmente con el auspicio militar y político del Ejército Rojo Soviético, la nueva República Popular Federal de Yugoslavia procedió al arresto de sectores de la población que eran acusados de promover ideología burguesa no socialista, apoyar movimientos reaccionarios o pro-monárquicos, o colaborar con los beligerantes del Eje. La totalidad de las minorías húngara y alemana de la reunificada Yugoslavia, al igual que un frondoso número de croatas, fueron proscritos en forma universal como elementos subversivos, bajo sospecha o acusados de apoyar como un todo a los ejércitos invasores de Alemania y Hungría. Se emitió orden de expulsión hacia la Alemania ocupada o a Austria, o encarcelamiento en prisión o internación en campos de trabajos forzados a la casi totalidad de la población suaba de Yugoslavia. Los dirigentes promotores de los movimientos fascistas entre las minorías debían ser, comprensiblemente, fusilados en seguida. Solo serían excluidos de los campos de concentración quienes fueran mencionados por su conspicua resistencia al fascismo o por su estrecha relación con los partisanos socialistas. Los ancianos, los jóvenes, los enfermos y las mujeres de la minoría suaba también estaban sujetos al programa yugoslavo de encarcelamiento, siendo descritos como enemigos del pueblo y colaboracionistas.


Jozip Broz 'Tito', dirigente socialista revolucionario y el primero y más destacado presidente de Yugoslavia

Resulta difícil determinar el número total de civiles germanos sometidos a encarcelamiento o relegados a emigrar por causa de la discriminación yugoslava posbélica. Muy pocos germanos fueron directamente expulsados porque la Alemania y Austria ocupadas por los aliados le negaron asilo, sobrecargadas como estaban con más de 10.000.000 de otros germanos reubicados por expulsión. La gran mayoría optó por huir en reacción a la discriminación universal padecida por los suabos en la flamante Yugoslavia socialista, debido a que eran acusados de vinculación con el genocidio y el fascismo. Se puede suponer con propiedad que una gran proporción de los que huyeron antes del fin de la guerra eran culpables de atrocidades o contribución al esfuerzo bélico nazi. Esta circunstancia también implica que un amplio porcentaje de los que se quedaron en Yugoslavia creían que no serían castigados porque no eran culpables de crímines de guerra nazis. Yugoslavia era su patria tanto como lo era Alemania para sus ancestros que no la habían visto por dos siglos. Se contaban por lo menos 500.000 personas de etnia germana en toda Yugoslavia antes de la invasión del Eje, en 1941 (Stupar), existiendo algunas estadísticas que citan hasta 541.000 (Prokle 2003, 155), otras 520.000 (Los Angeles Times), y otras 513.412 (Wolff 2002, 147), a un promedio del 4,21 por ciento de la población total de Yugoslavia. Existían más de 98.990 suabos en la Croacia yugoslava, esto es el 2,9 por ciento (Državni Zavod za Statistiku). La región del Banato y Voivodina, constituida en una región autónoma al norte de Serbia, sumaba más de 328.000 germanos (Wolff 2002, 147). Un gran número de personas germanas huyeron de Yugoslavia al finalizar la guerra, ya sea por el deseo de inmigrar a Alemania o para escapar de la inevitable represalia yugoslava por los crímenes bélicos de ese país. Por consiguiente, se complica aún más calcular el número exacto de germanos afectados por la política de encarcelamiento colectivo por parte de Yugoslavia después de la guerra. La SS y la División-SS Prinz Eugen organizaron, sin éxito, contingencias de evacuación después del conflicto bélico, con el propósito de reubicar a los suabos en el Tercer Reich. Se estima que hasta 70.000 suabos huyeron de Banato cuando llegó el Ejército Rojo a finales de 1944 (Zentrum gegen Vertreibung). Es posible que haya muerto hasta el 16,8 por ciento de la población germana en Yugoslavia durante el conflicto bélico (Sretenovic 2004, 57). Una estimación proyecta que el diez por ciento del altamente pro nazi Banato huyó antes del fin de la guerra, y que 20.000 huyeron con los nazis croatas a Austria (Sretenovic 2004, 54). Las estadísticas oficiales estiman que había por lo menos 200.000 germanos en Yugoslavia después de las acciones bélicas, lo que significa una reducción de más de la mitad de la población por fugas, homicidios de represalia en manos de yugoslavos y expulsiones (Wehler 1980, 79), (Wengert). El número total de personas germanas afectadas por los programas yugoslavos de encarcelamiento y trabajo forzado sumaron como mínimo 200.000 sujetos. El gran descenso de población étnica germana por emigración y fugas dificulta calcular cuántas personas murieron en los campos de Yugoslavia. De igual manera, se ha argumentado que hasta 70.000 personas de etnia germana y húngara ocultaron su identidad étnica en las estadísticas, haciéndose pasar por serbios o croatas, a fin de evitar un posible estatus discriminatorio (Ibid., 155). Casi todos estos en apariencia asimilados alemanes emigrarían con el resto de la comunidad suaba. Por lo tanto, las estadísticas pueden frecuentemente reflejar con cierto déficit la triste suerte de la comunidad germana de Yugoslavia.

Al final, la población germana total de Yugoslavia terminó reduciéndose de más de 500.000 habitantes, en 1941, a solo unas 7.302 personas establecidas en su totalidad en las actuales repúblicas independientes de Yugoslavia, con el resultado de una pérdida del 98,5 por ciento de la comunidad suaba yugoslava, por fugas, expulsión y especialmente emigración relegada, como intento de aliviar su condición de discriminación, encarcelamiento, persecución por motivos étnicos y suspicacias.

En octubre de 1944, la acción inmediata del ejército socialista yugoslavo consistió en ejecutar a los dirigentes de las asociaciones suabas nazis y nacionalistas, especialmente de la Liga Cultural. El Dr Sepp Janko, dirigente de la Kulturbund y 'Führer' de los suabodanubianos reconocidos por Heinrich Himmler, consiguió visa de asilo, concedida por la Cruz Roja, para salir de Yugoslavia y, bajo el seudónimo de José Petri, huyó a la germanófila Argentina. Unas 7.000 personas, con desproporcionado porcentaje de minorías no eslavas, fueron oficialmente ejecutadas de inmediato por escuadrones de fusilamiento o por ahorcamiento, previa pantomima de juicios orquestados por el Consejo Antifascista de Liberación Popular o el Departamento de Protección del Pueblo (el equivalente de la NKVD soviética, instituida por Tito) (Portmann, 59). Muchas fuentes dubitables y de tendencia nacionalista se refieren al período entre agosto y octubre como 'otoño sangriento', en que miles de personas fueron asesinadas y apiladas en fosas comunes que cavaron ellas mismas antes de ser fusiladas. Estas afirmaciones son mayormente incorrectas y sobredimensionadas. Con todo, las ejecuciones oficiales fueron seguidas de desenfrenadas represalias personales y de bandas criminales contra grupos étnicos minoritarios a los que se consideraba que habían oprimido con brutalidad a los yugoslavos durante la guerra. Un número cercano a los 100.000 croatas, monarquistas serbios, húngaros y suabos fueron muertos por turbas violentas y farsas judiciales, inmediatamente después de la guerra (Burleigh 2001, 802). Muchos yugoslavos aprovecharon la oportunidad de buscar su interés personal privado en la confiscación o ejecución de los 'enemigos del pueblo', porque así podían eliminar a los competidores personales o comerciales. Las acusaciones de 'fascista' o 'enemigo del pueblo' eran términos universales que se repetían alegremente e incluso se aplicaban a suabos y croatas fervientes 'antifascistas' y liberales, acusación que en los primeros momentos desembocaba en casi segura ejecución o encarcelamiento (Ibid.). Hasta una cantidad de 50.000 soldados croatas nazis y 30.000 civiles de Croacia (incluso voluntarios suabos) fueron llevados a punta de pistola, en marchas forzadas por los yugoslavos, hasta el bosque o la frontera de la ocupada Austria, ya sea para ser ejecutados o expulsados (Glenny 1999, 530). En la historiografía, se desconoce con exactitud cuántos serbios, germanos y croatas fueron muertos en el frenesí del conflicto civil que le sobrevino a Yugoslavia después de la guerra.

Cuando llegó el Ejército Rojo, la Unión Soviética infligió su propia devastación sobre la minoría germana, ostensiblemente como acto de castigo por las atrocidades de Alemania contra la URSS durante ese conflicto bélico. Muchas fuentes y relatos personales describen desenfrenados homicidios, robos y actos de violación y abuso sexual contra mujeres germanas y húngaras mientras los comandantes soviéticos se hacían los distraídos, si bien esos testimonios suelen no haber sido verificados y tender a la exageración. Los grupos étnicos no eslavos eran objeto de atención especial como elementos revoltosos o taimados (Burleigh 2001, 786). El Ejército Rojo también agravó la política yugoslava de encarcelamientos, exigiendo que Yugoslavia participara en las directivas soviéticas de deportar a miles de minorías 'pro Eje' a la URSS para trabajo esclavo. Así como se impuso sobre la población sajona de Transilvania en Rumania, los soviéticos dieron orden de que las minorías germanas de Europa Oriental fueran expulsadas o deportadas para trabajar en campos de trabajo y canteras de la Unión Soviética, como parte de la tarea de reconstrucción. Muchos germanos fueron transportados en los mismos trenes que los croatas y alemanes habían usado para deportar a los judíos de Yugoslavia y otras víctimas a Auschwitz y campos de exterminio de Croacia (Wolff 2002, 153). Por lo menos 27.000 germanos de la Yugoslavia fueron llevados a la fuerza por custodios del Ejército Rojo o el Yugoslavo y despachados a la RSS de Ucrania para integrarse al trabajo forzado (Wasserstein). Se calcula que al menos el 16 por ciento de esas personas murieron a consecuencia del agotamiento, la malnutrición y las enfermedades (Sretenovic 2004, 54-55). Otras fuentes, en cambio, citan proporciones mucho más altas, hasta 10.000 muertes, esto es, el 37 por ciento (Lukan 2006, 278n).



Partisanos yugoslavos llevando prisioneros germanos (y suabos) –muchos de ellos civiles obligados a unirse a la acción bélica alemana-- a campos de prisioneros de guerra o a juicio (fuente: ww2incolor.com)

Un número menor de suabos, en especial habitantes de regiones fronterizas, acusados de actividades irredentoristas, fueron obligados a irse por la fuerza o deportados por tren hasta la frontera con la Austria ocupada. A la mayoría de estos germanos desterrados se les negó el ingreso por parte de los Aliados, a causa de estar ya sobresaturados con la reubicación de más de 10.000.000 de personas de etnia germana expulsadas de Polonia y el resto de Europa Oriental. En consecuencia, la mayoría de los trenes de carga usados para expulsar a los germanos dieron media vuelta y transfirieron sus pasajeros a los campos de prisioneros o de trabajo forzado junto con el resto de la minoría germana. Muchos germanos lograron escapar en cercanías de la frontera, y rara vez fueron estorbados por los guardias yugoslavos que de todos modos habían sido instruidos para que los deportaran. En el largo viaje, el hambre, la hipotermia y las enfermedades sumaron muchas muertes (Wengert). Los germanos que permanecieron en Eslovenia después de la campaña de reubicación nazi (véase anteriormente) fueron expulsados a la cercana Austria o reubicados en Serbia y Voivodina (Wolff 2002, 154).

Se emprendió un masivo programa de confiscación de tierras, ganado y propiedades en función de forjar una sociedad socialista con un proletariado protegido y una clase terrateniente desmantelada. En el marco del programa de resdistribución, se asignaba a cada familia un máximo de diez hectáreas de tierra arable (Crkvenčić, 36). Si bien esta política se aplicaba a todos los yugoslavos independientemente de su etnia, la minoría germana más pudiente en el Norte se vio afectada de un modo desmesurado a consecuencia de su papel integral en la economía, en su calidad de clase alta dueña de negocios y empresas comerciales en la Voivodina, el granero de Yugoslavia. Antes de la guerra, el ochenta por ciento de los bienes industriales exportados de Voivodina eran controlados por las familias germanas (Wolff 2002, 150). Así pues, era previsible suponer, a raíz de constituir un grupo minoritario con dominio desproporcionado de la economía y la fuerza de trabajo, que los germanos estaban condenados a ser un objetivo de la campaña de redistribución socialista. Al igual que la mayoría de la población germana fue sacada de sus hogares y transportada a campos de concentración; también sus propiedades, negocios y terrenos despoblados fueron nacionalizados y a menudo revendidos o transferidos a colonos yugoslavos reubicados, especialmente serbios, croatas, montenegrinos y griegos (Crkvenčić, 36). La propiedad se requisaba sin compensación a la minoría germana, a la que se ridiculizaba como población sospechada por las peligrosas atrocidades bélicas del Eje. Un decreto oficial del gobierno rezaba: '... un gran número de germanos y húngaros ... fueron hostiles a la población eslava y cometieron crímenes organizados por las fuerzas de ocupación. En especial los suabos nacionales actuaron bárbaramente con los serbios y otros grupos de nuestro país. Por lo tanto, es necesario desquitarse de manera integral de todos los germanos y de los húngaros que hayan cometido crímenes de guerra... Además, es necesario cuidar la propiedad abandonada por el enemigo' (Portmann, 62). Se confiscaron en total más de 1.647.305 hectáreas, y más del 38 por ciento (cerca de 637.939 ha.) fue requisada de familias pertenecientes a la etnia germana, a pesar de ser menos del cuatro por ciento de la población (Portmann, 56). Después de ser dejados en libertad por sus carceleros yugoslavos, en 1948, la mayoría de los suabos que regresaron a sus casas, las encontraron ocupadas por nuevos dueños, habiendo perdido así su medio de vida, sus negocios y su ganado en las confiscaciones de la propiedad.

El resto de la población germana de Yugoslavia, que no huyó al final de la guerra o no sufrió deportación, fue transportada compulsivamente a prisiones rurales o campos de tabajo, en trenes u otros convoyes. Muchas familias recordaban que se les concedía quince minutos por parte de los guardias armados yugoslavos para reunir los objetos o ropas que pudieran cargar. Lo que quedara atrás se perdería. Numerosas personas, incluso las que estaban empapadas de lluvia y fango por haber sido obligadas a caminar a campo traviesa, no pudieron mudarse de ropa por más de un año (Wengert). La ciudadanía de las personas de etnia germana, con la excepción de solo casos conspicuos de resistencia antifascista, fue revocada, y sus derechos cívicos en la nueva Yugoslavia fueron sensiblemente disminuidos (Belgrade 92 News). El idioma alemán fue prohibido en la educación en su conjunto y ridiculizado en público a favor del serbocroata, si bien esto se fue minimizando hacia 1947. En general, todos los varones hábiles para el trabajo físico fueron separados de sus esposas, ancianos y niños, y enviados a campos también separados, para realizar trabajo forzado, especialmente en fincas agrícolas. Los niños, los enfermos, las mujeres, los débiles y los ancianos fueron enviados a campos de concentración separados, y si bien no se los obligó a trabajar, les estaba prohibido irse y se les suministraba raciones magras de alimento y poca medicina. Al llegar a su mayoría de edad, los niños varones, previamente confinados a campos de concentración con sus madres y mayores, eran transferidos a los campos de trabajo forzado, separados de los físicamente incapaces. En total, había cuarenta campos que albergaban unas 200.000 personas germanas (casi la totalidad de este grupo étnico) hasta 1948 (Portmann, 64). Varias fortificaciones utilizadas con anterioridad como campos de exterminio, para judíos y otras víctimas de los alemanes y croatas durante la guerra, fueron refaccionadas para prisioneros suabos y trabajo forzado (Glenny 1991, 531). La mayoría de los campos de concentración estaban ubicados en Serbia. Algunos de los campos más sobresalientes de Yugoslavia para prisioneros germanos estaban localizados en Sremska Mitrovica, Svilara, Gakovo, Valpovo (Croacia), Molin, Jarak, Kruševlje y Hesna. Muchas aldeas que habían sido germanas, cuyo origen se remontaba a la época del patrocinio Habsburgo, tales como Knićanin (Rudolfsgnad) y Apatin, fueron repobladas en su totalidad por yugoslavos, después de desplazar a la población germana a cercanos campos de prisioneros, transformando el carácter arquitectónico y demográfico de gran parte de Yugoslavia y Voivodina de su índole germana a la de la mayoría eslava.



Suabodanubianos son escoltados desde su propiedad confiscada a campos de trabajo o de concentración (fuente: stefan-jaeger.net)

Las condiciones y vivencias de los prisioneros germanos en los campos de Yugoslavia eran miserables y perniciosas, si bien muchas fuentes y relatos arguyen que son exageradas. La población suaba prisionera no estaba sometida a una muerte sistemática por inanición o tortura, y no se puede dar total crédito a reclamos por la desenfrenada brutalidad étnica y violaciones por parte de los guardias yugoslavos. Algunos serbios replican que el sufrimiento de los suabos es muy leve comparado con el de los serbios durante la ocupación del Eje. Sin embargo, el ejército y el gobierno yugoslavo eran apáticos con respecto al bienestar físico y material de la minoría germana, ya que era retratada como un grupo étnico peligroso y subversivo que cooperaba con los fascistas y constituía un enemigo de la revolución popular socialista. En ambientes tan reducidos, las enfermedades eran virulentas, situación que se agravaba por la mala nutrición que padecían los prisioneros, debido a las mezquinas raciones que el gobierno les suministraba. En los campos de concentración que recluía a los ancianos y niños, esta falta de alimentación extremaba la tasa de mortalidad. En el caso de los varones adultos en campos de trabajo, las magras raciones de alimentación y el agotamiento físico aumentaron aún más la tasa de muertes y la proclividad a enfermedades e infecciones. Los bunkers de madera, sobrehabitados, insalubres y sin calefacción estaban colmados de piojos. A los trabajadores se les daba solamente ciento cincuenta gramos de pan y una pequeña porción de sopa aguada a base de arvejas, mientras que los sobrevivientes difamaban la irregular distribución de la comida (Wengert). Las difíciles circunstancias padecidas por prisioneros germanos fueron aligeradas por la Cruz Roja y los Estados Unidos, el segundo de los cuales envió observadores a los campos yugoslavos para proveer a los prisioneros mejores raciones, medicina y elementos que se acusaba a los yugoslavos de no suministrar intencionadamente (Sper, Darko). Los envíos de EEUU de pesticidas, en particular de DDT, contribuyó de un modo gradual a inhibir en parte la difusión de enfermedades e infecciones en los dormitorios y fincas agrarias (Sretenovic 2004, 56).

Muchos prisioneros intentaron escapar. Resulta interesante destacar que los guardias, según reiteradas manifestaciones, mostraban una actitud pasiva cuando huían niños de los campos de concentración, pero inevitablemente mantenían un control más severo cuando se trataba de prisioneros importantes desde el punto de vista económico y agrícola, en los campos de trabajo masculinos. Los prisioneros a los que se sorprendía escapando rara vez eran castigados o ejecutados, ejemplificando así que el trato yugoslavo que se le dispensaba a la minoría germana tenía el propósito de contener y discriminar lo que se percibía como una población peligrosa, más bien que operar como programa de exterminio, según sostienen algunas fuentes dudosas (Sper, Darkon). Muchos sobrevivientes recordaron que cuando lograban escapar se enfrentaban a una hambre y agotamiento aun más intensos, mientras se escondían de soldados yugoslavos o ciudadanos que los podrían denunciar ante las autoridades. Numerosos niños y adultos fugitivos se ahogaron en ríos y lagos cercanos. Niños hambrientos escapaban a través de alambres de púas y mendigaban comida en las calles. Los niños diseñaron un adaptable sistema de seguridad que consistía en poner bolitas blancas en los escalones de las casas de ciudadanos conocidos por ser benevolentes con los prisioneros germanos fugitivos y bolitas negras enfrente de las residencias cuyos moradores eran acusados de apalearlos o entregarlos a los guardianes de los campos de prisioneros (Los Angeles Times).

Un fenómeno profundamente grabado en la memoria histórica de los sobrevivientes y fuentes polémicas fueron las 'fosas comunes' conteniendo prisioneros germanos muertos o ejecutados. En el así llamado 'Otoño Sangriento' que se produjo al final de la guerra, miembros activos del movimiento nazi o de la SS, como también civiles asesinados a manos de turbas enardecidas por la sencilla razón de su identidad étnica, fueron muertos en el embrollo de conflictos civiles y a menudo forzados a cavar sus propias fosas antes de ser fusilados y sepultados. Sin embargo, el gran número de sepulcros y lápidas anónimas que moteaban el paisaje, fuera de los campos de trabajo yugoslavos para prisioneros germanos, no fueron consecuencia de asesinatos o limpieza étnica, sino de las rampantes muertes producto de condiciones paupérrimas, hipotermia, agotamiento y enfermedades que padecieron en dichos campos. Algunos documentos eruditos indican un 50 por ciento de tasa de mortalidad en los campos yugoslavos más opresivos, especialmente los destinados a trabajo colectivo (Sretenovic 2004, 56). Después de muertos, los prisioneros germanos eran depositados en el cementerio local, en el bosque o en el campo más cercano arrojándolos a fosas individuales o comunes, sin lápidas y sin ceremonias. Sobrevivientes que han regresado a Yugoslavia recientemente para encontrar los sepulcros de sus parientes de los campos de trabajo se han visto imposibilitados de localizarlos. Los campos de Teletschka, en las afueras del extensivo campo de prisioneros de Rudolfsgnad (Knićanin), contienen fosas comunes que se cree conservan hasta 12.500 restos de prisioneros que murieron de enfermedad o agotamiento, fallecidos en los campos yugoslavos en los que estaban confinados por la simple razón de su identidad étnica. Otras fuentes corrigen esta estimación bajando la capacidad de la fosa común a 9.000, en Teletschka (Hutterer). Según informes, cuando crecían los ríos debido a los fuertes aguaceros de la estación (de la lluvia) serbia, cuerpos de las fosas comunes en ocasiones quedaban desenterrados, por causa del torrente, y eran lanzados a corrientes de agua cercanas, las que transportaban los cuerpos de prisioneros germanos y húngaros sacados de anónimos sepulcros a las aldeas cercanas (Sper, Darko).



Otra fosa común anónima en las afueras del campo de trabajo forzoso yugoslavo de Valpovo (fuente: Veronika Wengert y eurasisches Magazin)


Resulta difícil calcular el número total de suabos que murieron o pasaron hambre en los campos de Yugoslavia. Es incierto cuántas personas del total murieron como consecuencia del tabajo forzado, las enfermedades o debilidades, y por ende cuáles muertes y maltratos se pueden atribuir en forma directa al gobierno yugoslavo. Las condiciones en los campos, entre otros la malnutrición y las enfermedades, seguramente exacerbaron esta tasa de mortalidad que muchos no hubieran padecido en otras condiciones. Por cuanto la mayoría de prisioneros en los campos de trabajo eran adultos físicamente hábiles, las presunciones por 'muerte natural' son poco realistas. En 1958, las estimaciones oficiales del gobierno occidental alemán afirmaban absurdamente que habían sido expulsadas 523.000 personas y habían muerto 135.000, con lo que se daba a entender que habían sido expulsados más germanos que los que habitaban Yugoslavia en 1945 (SBD 1958). Fuentes bien informadas estiman que por lo menos 46.000 personas germanas de la Voivodina serbia murieron entre el otoño de 1944 y la primavera de 1948 (Portmann, 64). Otras fuentes calculan un total de 48.447 muertes confirmadas. Por lo menos 1.994 personas corrieron una suerte incierta al ser sacadas de los campos de Yugoslavia y despachadas a la Unión Soviética para trabajar en la RSS de Ucrania (Sretenovic 2004, 57). Asimismo, solo en Valpovo (Croacia), más de un tercio como mínimo de los 3.000 hombres, encarcelados allí para trabajo forzoso, murieron de agotamiento (Wengert). En otros casos, las estimaciones ascienden hasta un máximo de 52.000 individuos (Los Angeles Times). Existen otras versiones, en cambio, que incluso dan una cantidad de 85.399 muertes, aunque esta cifra incluye la recíproca brutalidad étnica en tiempos de guerra entre grupos étnicos de Yugoslavia, desde 1941 hasta 1948 (Wolff 2002, 154). Para 1947, los campos de prisioneros estaban tan sobrecargados en su capacidad que Belgrado se vio en la necesidad de conceder amnistía a pequeños números de prisioneros suabos (Glenny 1999, 531). Todos los campos de prisioneros destinados a albergar grupos minoritarios étnicos fueron desmantelados hacia finales de 1968. La percepción gubernamental de las poblaciones germana y húngara como inherentemente pérfidas y peligrosas fue cambiando de manera gradual por el proceso de federalización interétnica interna de Yugoslavia. Se revocó la ilegalidad del uso público y académico del idioma alemán, y se renovó superficialmente la ciudadanía de la minoría germana. Las familias germanas, que habían estado separadas en campos de trabajo para adultos varones y campos de prisioneros para mujeres y niños, tuvieron ahora la oportunidad de reencontrarse, después de casi cuatro años. Algunos campos, como el campo de trabajo forzado en Valpovo (Croacia) fue cerrado en época tan temprana como finales de 1946. En cumplimiento de la orden de volver a sus hogares, los presos liberados encontraron que sus casas, negocios y fincas agrícolas habían sido repobladas con familias yugoslavas, después de la nacionalización del gobierno, y ellos eran financieramente insolventes para adquirir nuevas casas, debido a la confiscación de los patrimoniospropiedades después de la guerra. El gobierno yugoslavo a menudo entró en arreglos contractuales con ciudadanos yugoslavos para hospedar a los prisioneros germanos a cambio de pequeños servicios, con la promesa de exenciones impositivas (Sper, Darko). Algunos ex prisioneros incluso se alistaron en el ejército yugoslavo o también en ocasiones se casaban con personas de grupos étnicos eslavos, en la esperanza de recobrar una posición de estabilidad y protección en el nuevo país socialista en que vivían. A consecuencia del empobrecimiento a que fueron sometidos los suabos por el gobierno yugoslavo, muchos quedaron relegados a realizar labores serviles y trabajos de 'changa' para familias yugoslavas como sirvientes o en las fincas agropecuarias por varios años más, aun cando los campos de concentración habían sido desmantelados, a fin de acumular suficiente dinero que les proveyera una visa para huir de Yugoslavia rumbo a Alemania. Con el objeto de obtener un permiso de circulación, un prisionero germano liberado tenía que pagar el equivalente a tres meses de salario, a fin de renunciar a su ciudadanía y partir a Alemania (Sretenovic 2004, 56).


Pese al hecho de que ahora la población germana podía integrarse a la sociedad yugoslava, muy pocas familias germanas estaban entusiasmadas por adaptarse a una nación que los había sometido a una sistemática discriminación y encarcelamiento durante años, apoderándose de casi todo su patrimonio. A pesar de la distensión oficial entre Belgrado y la población suaba, la contumacia interétnica se mantuvo en la sociedad Yugoslava en general contra la etnia germana minoritaria, que ahora era tipificada en función de su supuesta naturaleza criminal y su proscrita culpa por las atrocidades nazis. De igual manera, el previo dominio económico de que gozó la minoría germana en Voivodina había sido desmantelado por las confiscaciones yugoslavas. Las esperanzas de la desplazada población minoritaria germana de recibir un resarcimiento económico y la devolución de sus propiedades por parte del gobierno yugoslavo sufrieron una frustración cuando el gobierno de Alemania Occidental y el de Yugoslavia acordaron que el valor de los bienes confiscados a los suabos sería deducido de la reparación general de la guerra entregada a Belgrado por Alemania, en concepto de retribución por las atrocidades nazis (Los Angeles Times). La antaño pudiente minoría germana era ahora indigente, y de hecho se esperaba que simplemente olvidara los sufrimientos de los cuatro años anteriores y se incorporara en la nueva Yugoslavia socialista. Muchos germanos hablaban poco o nada el serbocroata, la lengua federal oficial que era impuesta por lo general en forma compulsiva por recrudecimiento social o fiscal. Ahora que los suabos estaban liberados de los campos, también tenían la libertad de irse de Yugoslavia, siempre que tuvieran los medios financieros para hacer el viaje. La política del gobierno alemán occidental, contenida en su ‘Ley de Retorno’ (Rückkehrgesetz), subsidiada mayormente por gobiernos conservadores desde 1950 hasta la reunificación, alentó a las comunidades germanas en países extranjeros a escapar de la discriminación y 'retornar' a la Alemania que sus antepasados no habían visto por 200 años. La economía alemana occidental, en tandem con vivienda subsidiada para inmigrantes germanos expulsados o desplazados, fue mucho más promisoria, en función de crearse una nueva vida, que la indolente economía de Yugoslavia.

En las siguientes décadas, lo que quedaba de la comunidad suaba, después de dos siglos de afincamiento, desapareció casi por completo por emigración voluntaria desde Yugoslavia a Alemania y Austria. La población germana de Croacia cayó de 98.990 (el 2,9 por ciento), en 1931, a solo 10.144 (el 0,3 por ciento) en 1948, y apenas a 2.719 en 1971 (cerca del 0,1 por ciento) (Crkvenčić, 34). La población germana en la Voivodina serbia (donde habían vivido la mayoría de los suabos) descendió de 318.259 (el 19, 4 por ciento), en 1941, a solo 28.869 (el 1,8 por ciento) después de la clausura de los campos, y más aún a solo 7.243 (el 0,4 por ciento) en 1971 (Kocsis 2), (Ludanyi 1979, 234). La región del Banato en Serbia bajó de 120.541 germanos, en 1931, (el 20,58 por ciento) a solo 17.522, en 1948, (el 2,9 por ciento), y apenas a unos 165 en 1971 (Hrvatski Informativni Centar). Yugoslavia en su totalidad cayó de tener unas 500.000 personas de etnia germana antes de la guerra, a unas 200.000 en seguida después del conflicto bélico (principalmente por fugas y evacuación), descendiendo a solo 82.000 para 1950, como consecuencia del trato yugoslavo a su minoría germana (Overy 1996, 144). La población suaba total cayó aún más, hasta solo 54.000 habitantes, para 1953. La comunidad germana desapareció tan rápidamente que se llegó al punto de que esa minoría, que se jactaba de tener más de 500.000 personas, era ahora tan insignificante que en frecuentes instancias del censo de 1971 ni siquiera aparecía en la lista de opciones étnicas (Ludanyi 1971, 233).

 

Estatus actual de la minoría germana sobreviviente en la anterior República de Yugoslavia

En tiempos más recientes (según los últimos censos de 2001), luego de la disolución de Yugoslavia en 1991, la independiente Croacia contaba solamente con 2.902 personas de etnia germana, un 0,1 por ciento de la población (Državni Zavod za Statistiku). Eslovenia tiene solo 499, habiendo perdido más de 6.000 germanos por la reubicación de Himmler, después de 1941, y las expulsiones de Tito después de 1944 (Statistični urad Republike Slovenije). Existen solo 3.901 personas germanas en toda la truncada Serbia (Belgrade 92 News), de las cuales 3.154 viven en la región de la Voivodina serbia (Etnikai-Nemzeti Kisebbségkatató Intézet). Si se toma como base el conjunto combinado de más de 500.000 personas de etnia germana en toda Yugoslavia, en 1941, resulta una pérdida total del 98,5 por ciento de la comunidad suabodanubiana de los Balcanes. Los sobrevivientes expatriados y sus descendientes viven actualmente en Alemania, Austria y Hungría. Si se considera que la mayoría de las personas jóvenes y móviles entre los suabos emigraron hacia el Norte, la gran mayoría de suabos que permanecen en Yugoslavia son personas mayores por encima de la edad de reproducción, lo que presagia una progresiva declinación de una identidad suabodanubiana ya perdida. En la actualidad, varias ciudades y estados de Alemania auspician oficialmente a la comunidad suabobanata y suabodanubiana desplazadas, en especial Leutenbach en Baden-Württemberg. Numerosas figuras influyentes en la sociedad alemana y entidades políticas locales propugnan los intereses y el legado de la perdida comunidad suaba, personalidades que incluyen al Arzobispo de Freiburg (Friburgo), Robert Zollitsch, quien estuvo confinado con su madre en el campo de prisioneros de Gakovo, después de que su hermano fuera fusilado. Incluso el papa Benedicto XVI ha extendido su mano conmemorativa a la comunidad suaba de mayoría católica, habiéndose reunido con asociaciones culturales germanas minoritarias en Austria y anatematizó la desnutrición y negación de la libertad infligida a prisioneros germanos por parte del gobierno Yugoslavo (Ellmer 2006). El papa también criticó el concepto de culpa colectiva adoptado por Belgrado, por el cual toda la comunidad germana era automáticamente considerada culpable de actividad criminal por su ascendencia étnica.



El Papa Benedicto XVI se reúne con Anton Ellmer, director de Landsmannschaft der Donauschwaben in Oberösterreich en respaldo de la comunidad suabodanubiana y su experiencia bajo custodia yugoslava (fuente: Ellmer)

Existen una serie de grupos de interés a nivel internacional y local que se ocupan del tema de los desplazamientos en comunidades suabodanubianas de la diáspora, particularmente en Alemania, Canadá y Estados Unidos. La Association of the Danube Swabians in the USA (Asociación de Suabodanubianos de EEUU), la United Donauschwaben of Milwaukee (Suabodanubianos Unidos de Milwaukee), la Danube Cultural Society (Sociedad Cultural Danubiana) y otras agrupaciones ponen activamente de relieve la historia de las expulsiones, en sus frecuentes asambleas y encuentros culturales en universidades, colegios, clubes comunitarios y periódicos. En febrero de 2010, cientos de eruditos, sobrevivientes, investigadores, donantes, representantes de derechos humanos e incluso diplomáticos y figuras de las Naciones Unidas se reunieron en la primera asamblea internacional para la conmemoración del desplazamiento forzoso de la población germana (especialmente suabodanubiana) en el Community College de Meramec, en St. Louis, Misuri. Con el lema de "The Forgotten Genocide" (El Genocidio Olvidado), la conferencia incluyó una muestra de arte, entrevistas de prensa, discusiones académicas de mesa redonda, rememoraciones de sobrevivientes y decenas de oradores de distintos campos y motivaciones. También estuvo representado el Instituto para la Investigación del Desplazamiento Forzoso de Poblaciones Germanas, habiendo tenido a su cargo una conferencia sobre la destruida comunidad germana del Volga. Se puede ver el discurso en nuestro YouTube Channel. Este suceso único llamó la atención incluso de periódicos y foros en Polonia y Alemania, con comentarios tanto críticos como positivos.

(El artículo continúa después de las fotos.)


Sobreviviente y expulsado, Adam Martini, hace uso de la palabra en una conferencia académica en St Louis, Misuri (accédase a nuestro YouTube Channel AQUÍ, para ver el resto de los segmentos del video y más información).


La escritora y artista sobreviviente, Elizabeth Walter, hace uso de la palabra en una conferencia académica en St. Louis, Misuri (accédase a nuestro YouTube Channel para ver los demás segmentos del video y más información).

 
Escritor, historiador, ex diplomático croata, Tomislav Sunić habla sobre la historia de la población germana en Yugoslavia en una conferencia académica en St.Louis, Misuri (accédase a nuestro YouTube Channel AQUÍ para ver el resto de los segmentos del video y más información).



TGalería de arte de la conferencia “El Genocidio Olvidado” en St. Louis, Misuri, febrero de 2010 (Accione puntero para aumentar tamaño)


Otro mural de la conferencia “El Genocidio Olvidado" (ACCIONE EL PUNTERO PARA AGRANDAR)

El estatus de las pocas personas de etnia germana que permanecen en las modernas repúblicas de la ex -Yugoslavia es errático. Las minorías germanas en Croacia y Eslovenia de la actualidad desarrollan una notable actividad en la economía nacional por ser una comunidad dueña de negocios que participa en el discurso político. Los germano-croatas (Kroaten-Deutsche) están representados por una serie de asociaciones culturales y de minoría reconocidas por el gobierno croata. Estas organizaciones mantienen una activa correspondencia entre Alemania, Austria, Serbia y Croacia, incluyendo la Asociación Nacional de Suabodanubianos de Croacia y la Sociedad Austríaco-Croata. La población suaba está representada inclusive en el Parlamento croata (Sabor) por partidos políticos minoritarios, especialmente la Unión Popular Germana (deutsche Volksunion). Se atienden los asuntos de minorías, con la cooperación de croatas, en simposios anuales y ponencias universitarias que se llevan a cabo en Zagreb y Osijek. La ciudad de Osijek representa la más numerosa composición germana, contando con varias escuelas particulares donde se enseña el idioma alemán y una fundación cultural. Los croatas han sido los más extrovertidos proponentes (promotores) de una conmemoración de la desastrosa experiencia de la población germana bajo custodia yugoslava después de la guerra, primordialmente con el propósito de lograr relaciones más estrechas con la pudiente Alemania, con aspiraciones de ingresar en la Unión Europea, y como deseo de trasladar la culpa por las violaciones yugoslavas de los derechos humanos a los acérrimamente odiados serbios. Hace poco, el anterior Primer Ministro de Croacia, Ivo Sanadar, sobresaltó a diplomáticos extranjeros y representantes de la Unión Europea al recomendar a Serbia, la República Checa y otros gobiernos que pagaran a las familias germanas el resarcimiento de sus propiedades, por la expulsión de más de 10.000.000 de civiles germanos después de la guerra (Šoštarić). En 1996, Alemania y Croacia acordaron un arreglo que permite el financiamiento cooperativo de monumentos conmemorativos y rememoraciones de crímenes de guerra cometidos por los yugoslavos contra la población germana y croata durante y después de dicho conflicto bélico (Veleposlanstvo Republike Hrvatske u Njemačkoj). Eslovenia se ha expresado en el mismo sentido en cuanto a la conmemoración de la minoría suaba desplazada, incluso entregando €7.000 a un tal Justin Stanovnik por el tiempo que pasó en un campo de trabajo forzado en Eslovenia bajo la autoridad de Tito. Esta acción conmemorativa puede dañar crecientemente las relaciones diplomáticas entre los Estados occidentales de la Unión Europea y Serbia, la República Checa y Polonia, naciones que no están dispuestas a conmemorar sus expulsiones de la población germana, temiendo el ingente peso capital que tendría en sus economías ese resarcimiento. Otros critican a los croatas por no haber pagado retribución alguna por los crímenes de guerra también cometidos por croatas contra judíos y serbios durante la guerra, y su mutación de croatas nacionalistas a su condición actual de íconos culturales.

La situación de la minoría étnica germana que permanece en Serbia es mucho más irritable. Los croatas y germanos, que fueron colaboracionistas durante el período del Eje, sentían poco antagonismo cultural y han mantenido, por tanto, relaciones saludables. Los serbios, en cambio, todavía enzarzados en un fuerte sentimiento de nostálgico nacionalismo yugoslavo y una vieja ira por las atrocidades cometidas con los serbios por los nazis, han sido reticentes a extender su mano benévola a su anterior minoría suaba. Belgrado no ha reconocido oficialmente la experiencia de los suabos bajo custodia yugoslava –lo que incluye el infortunio de personas mayores y niños-- y, en cambio, mantiene el argumento de que la población germana era una criminal 'Quinta Columna' cómplice de las atrocidades del Eje. A pesar de la débil posición del gobierno y la sociedad serbia hacia lo que queda de la comunidad germana, se han formado una serie de asociaciones culturales por parte de suabos en la Voivodina, que tratan de animar a Belgrado para que se conmemore la experiencia de la población germana desplazada y se conceda una indemnización a las familias suabas por la requisa de sus propiedades después de 1944. En la importante ciudad de Voivodina, Novi Sad, Andreas Birgermajer, Rudolf Vajs y Anton Bek han establecido la Sociedad de Cooperación Serbio-Germana (Gesellschaft für Serbisch-Deutsche Zusammenarbeit). Valiéndose tanto del serbio como del alemán, la SCSG promueve una plataforma de inclusión activa en la República de Serbia como minoría étnica reconocida, en la esperanza de disipar la imagen de minoría suaba subversiva, arguyendo que la formación de asociaciones culturales germanas '... confirma nuestra existencia aquí. Será más fácil ahora fomentar nuestro idioma, cultura, costumbres, ya que contaremos con la asistencia del Estado. Se nos ha otorgado el estatus de minoría étnica y todos los derechos que postulan la constitución y la ley' (Belgrade 92 News). Existen numerosos grupos de otros pequeños movimientos germanos en la Voivodina de Serbia, incluida la Alianza Germana Nacional de Subotica, la Alianza Germana de Hodschag (Odžaci), la Alianza Germana de Adam Berenc en Apatin y la Unión Humanitaria San Gerhardt. Los húngaros, que consituyen el 14,28 por ciento de Voivodina, a pesar de haber sido victimados con la misma discriminación y encarcelamiento que los suabos por parte de los yugoslavos, propugnan de igual manera por una autonomía cultural y política (Izvršno Veće). Un grupo de anteriores residentes de la ciudad de Odžaci (Hodschag) han auspiciado la reconstrucción de una iglesia católica en dicha ciudad que había sido destruida al final de la guerra, con un proyecto de monumento erigido en su interior que recuerde a los supuestos 955 residentes que fueron sacados a la fuerza de sus casas para ser llevados al campo de concentración de la localidad. Fuentes de dudosas simpatías nacionalistas insisten en que la iglesia fue devastada intencionalmente por ateos yugoslavos que buscaban erradicar todo trazo de nacionalismo germano o croata (incluido su catolicismo). Sin embargo, la mayoría de los historiadores han llegado a la conjunta conclusión de que la iglesia colapsó a causa de la entropía y bombardeo aéreo bélico, que incluso pudo haber caído accidentalmente sobre la iglesia, procedente de los propios países del Eje o de Alemania.

A pesar de estos movimientos políticos, los suabos de Serbia no han recibido hasta ahora un reconocimiento del gobierno por su trabajo forzado, el intento de expulsión y la relegación emigratoria de todo un grupo étnico. Auspiciado por la Sociedad Germano-Serbia de Cooperación, uno de los pocos monumentos en Serbia para reconocer la desaparición de esta sociedad integral de la anterior Yugoslavia consiste en una pequeña y muy controversial placa en un terreno fuera del ex campo de concentración de Knićanin/Rudolfsgnad (véase la fotografía abajo). Adornada ocasionalmente con velas católicas colocadas por sobrevivientes suabos que han retornado, la placa (escrita en alemán y serbio) conmemora la destrucción de una antigua comunidad étnica de más de 200 años que fue proscripta en su totalidad, a pesar de su muy limitada afiliación con la barbarie nazi, y que expone un hosco epitafio:

'Aquí yacen nuestros conciudadanos pertenecientes al pueblo germano que murieron de hambre, enfermedad y frío, en el campo [de trabajo forzado/ concentración] de Rudolfsgnad, entre 1946 y 1948. Que descansen en paz.'


Placa conmemorativa en los alrededores de Rudolfsgnad (Knićanin) en Serbia, referida a la muerte y prisión de civiles germanos yugoslavos. El alemán dice en traducción al castellano: “ Aquí yacen nuestros conciudadanos pertenecientes al pueblo germano que murieron de hambre, enfermedad y frío, en el campo de Rudolfsgnad, entre 1946 y 1948. Que descansen en paz”. “ Sociedad para la Cooperación Serbio-Germana, Belgrado, 1998." La fotografía exhibida en internet no tiene derechos reservados. (ACCIONE EL PUNTERO PARA AGRANDAR)


 

Fuentes/Bibliografía

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Lecturas Recomendadas: Wildmann, Georg. Verbrechen an den Deutschen in Jugoslawien 1944-1948: die Stationen eines Völkermords. München: Donauschwäbisches Archiv/Arbeitskreis Dokumentation, 1998.

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Glenny, Misha. The Balkans. New York: Penguin Group, 1999.         - a crucial historical overview of the evolution and fall of Yugoslavia and its breakaway states (among other nations). It is important to understand the brutal recalcitrance and ethnic genocide committed by each ethnic group in the region (Germans, Hungarians, Bulgarians, Serbs, Croats, etc.).

Casagrande, Thomas. Die volksdeutsche SS-Division "Prinz Eugen": die Banater Schwaben und die nationalsozialisten Kriebsverbrechen. Frankfurt: Campus Verlag, 2003.        - important for understanding the active participation of many Banat Swabians in the Waffen-SS that contributed to their post-war expulsion and discrimination.

Owen, Luisa Lang. Casualty of War: A Childhood Remembered. College Station, TX: Texas A&M University Press, 2003.        
- a personal account of an ethnic German girl who suffered in Yugoslav prison camps, and documents ethnic murders and atrocities on both sides.

"Jewish History of Yugoslavia', a directory documenting the history of the Jewish minourity in the regions of the former Yugoslavia and their near-total disappearance at the hands of the Germans, Hungarians, Bulgarians, Serbs, & Croats.

'Unpunished Crimes against Germans by Serbs', from a rather inflammatory but interesting Croatian perspective (in Croatian, use translator) - click here for original.

 

 

 

Estadísticas Demográficas

1843- 1.200.000 personas de etnia germana (mayormente suabodanubianos) en todos los países de los dominios húngaros de la corona de los Habsburgo (Hungría, Eslovaquia, Croacia). Para 1851, la región de Voivodina, entre Serbia y Hungría, contaba con 235.000 suabos.

1880 - 1.955.250 personas germanas y suabodanubianas dentro de la mitad húngara del Imperio Austro-Húngaro (12,5 por ciento); 285.920 en la región de Voivodina (24,4 por ciento).

1910 - 2.046.828 personas de etnia germana en los territorios de la corona húngara de los Habsburgos (9.8 por ciento); 324.017 en Voivodina (21,4 por ciento); 115.966 suabos en territorio húngaro de Croacia-Eslavonia.

1921 - 335.898 personas germanas en Voivodina y Banato yugoslavos; 5.969 en el resto de Serbia; 513.412 personas de etnia germana en toda la Yugoslavia independiente (4,21 por ciento del total).

1931 – 98.990 personas suabas en la región croata de Yugoslavia (2,9 por ciento); 496.000 personas germanas en toda Yugoslavia. Por lo menos 18.000 de ellas en la Bosnia-Herzegovina de Yugoslavia.

1941 – Al inicio de la invasión del Eje, por lo menos 500.000 personas suabas en toda Yugoslavia; 318.259 germanas en la ocupada Voivodina y el Banato (19,4 por ciento); 18.000 suabos fueron reubicados por Himmler de Bosnia a Alemania o la ocupada Polonia, junto con todas las personas de etnia germana en el sector italiano de la ocupada Eslovenia; 33.000 personas de esa etnia en toda Eslovenia.

1944- Al final de la guerra, por lo menos 36.000 personas de etnia germana fueron evacuadas por Himmler de la ocupada Yugoslavia, 20.000 solo de la Eslavonia croata, el 50 por ciento de Batschka, y el 10 por ciento del Banato. Huida masiva acompañando a las tropas nazis, lo que redujo la población germana a por lo menos 200.000 sujetos. Como mínimo 5.800 civiles germanos fusilados o ejecutados de inmediato por el régimen comunista yugoslavo. Más de 30.000 personas germanas deportadas a la URSS para el trabajo forzoso, de las que murió un 16 por ciento de hambre y agotamiento. Toda la población germana de Yugoslavia (al menos 200.000) trasladada a los campos de trabajo rural o de encarcelamiento, o expulsada en trenes hacia la Austria ocupada. Se estima una tasa de muerte del 50 por ciento en los campos más opresivos.

1948 - Bajó a 10.144 el número de personas germanas en la República Croata Yugoslava (0,3 por ciento) de un total de 98.990 en 1931. La población germana en la Voivodina serbia descendió de 318.259, en 1941, a 28.869 (1,8 por ciento). Banato bajó a 17.522 germanos (2,9 por ciento). Había 321.821 personas de etnia germana en toda la Yugoslavia socialista.

1961 - Alrededor de 53.000 germanos en Yugoslavia. Emigración masiva a Alemania Occidental, Hungría, Italia y Austria.

1971 - Se encuentran 2.719 en la República Yugoslava Croata(0,1 por ciento); 7.243 en la Voivodina serbia (0,4 por ciento), y menos de 10.000 en toda Serbia.

1981 - Suman 3.808 personas germanas en toda Yugoslavia.

1991 - Se cuentan 3.873 personas germanas en Yugoslavia (reducida ahora a Serbia-Montenegro y Voivodina); y 2.635 en la Croacia independiente.

Lo más reciente: Según las estadísticas de 2002, había 3.901 personas germanas en Serbia (incluyendo Voivodina); 3.154 en la propia Voivodina serbia (0,15 por ciento); y 2.902 en Croacia (0,1 por ciento); además de 499 germanos residentes permanentes en Eslovenia.

...evolución global: más de 500.000 en 1941, momento de su apogeo, en toda Yugoslavia, número que descendió a un total combinado de ~7.302 en las independientes Eslovenia, Serbia y Croacia de la actualidad (98,5 por ciento de reducción).

Fuentes de la información- [1] [2], [3], [4], [5], [6], [7], Kann 1979, 605-8; Overy 1996, 144; Jelavic 1983; Prokle 2003, 21; Marrus 2002, 224; Wolf 2002, 156-7; Sretenovic 53-56; Ludanyi 1979, 233; Crkvenčić 34; estadísticas croatas oficiales (Državni Zavod za Statistiku); estadísticas oficiales serbias (Republicki Zavod za Statistiku); y estadísticas oficiales eslovenias (Statistični urad Republike Slovenije).


 

 

Personas de renombre entre suabo-danubianos de territorios yugoslavos

Heinrich Knirr (1862-1944)- Famoso pintor germano de Serbia, que estudió en el Imperio Habsburgo.

Georg Weifert (1850-1937)- Relevante y respetado industrial, político y economista en Serbia y la inicial Yugoslavia. Fue presidente de los parlamentos de Serbia y Yugoslavia, y tuvo una significativa influencia en la economía serbia y la regulación del 'dinar', la divisa monetaria.

Rubert Zollitsch (1938-..)- Nacido en Yugoslavia, fue un arzobispo prestante de Freiburg (Friburgo) y representante de la Conferencia de Obispos Alemanes. Su hermano fue fusilado por los comunistas después de la guerra. Él y su abuela fueron encarcelados en un campo de trabajo de Yugoslavia en Gakovo antes de huir a Alemania.

Johann Keks- Fundador proponente de la Liga Cultural en Voivodina durante la fase inicial, pangermanista, pero no nazi.

Georg Grassel- Colega de Johann Keks y miembro fundador de la Liga Cultural.

Elizabeth Walter- Escritora, artista sensible y sobreviviente que escribió Barefoot in the Rubble (Descalza en el Risco).

Stefan Kraft- Miembro fundador de la Liga Cultural.

Peter Heinrich- Miembro fundador de la Liga Cultural.

Henrik Werth (1881-1952)- General de origen suabo que prestó servicios en el ejército húngaro de los Habsburgos.

Dr. Jakob Anweder- Ultranacionalista germano de los primeros tiempos de la Liga Cultural, que contribuyó a incitar al movimiento de esta liga hacia la extrema derecha apenas antes de que Sepp Janko le ganara de mano. Dirigente de la Agrupación de Camaradas por el Movimiento de Renovación (Kameradschaft für die Erneuerungsbewegung) de tendencia nacionalsocialista.

Branimir Algayer- Colega de Jakob Anweder, responsable de dirigir la Unión de Germanos para la Cultura y el Bienestar (Kultur- und Wohlfahrtsvereingung der Deutschen) y se empeñó en inducir a la Liga Cultural hacia la extrema derecha.

Sepp Janko (1905-1980)- Último presidente de los nacionalistas de la Liga Cultural en Yugoslavia, y posteriormente representante de todos los suabos del Banato y germanos de Yugoslavia bajo la égida de Heinrich Himmler. Después de la guerra, eludió su ejecución por los yugoslavos y, gracias a un salvoconducto de la Cruz Roja, huyó a Argentina bajo el nombre de José Petri.

Andreas Birgermajer- Presidente de la Sociedad de Cooperación Serbio-Alemana y principal organizador de intereses culturales y comunitarios germanos en la Serbia actual.

Rudolf Vajs- Segundo vicepresidente de la Sociedad para la Cooperación Serbia-Alemana, y principal experto que representa los intereses germanos en el exterior, en entrevistas e informativos. Varias personas de su parentezco murieron en el campo de trabajo yugoslavo de Rudolfsgnad/Knićanin.

 


 

Publicaciones en la red informática y organizaciones recomendadas

Archivo húngaro de documentos – Archivos históricos de la Seguridad del Estado Húngaro: accionar el puntero aquí.

Landesverband der Donauschwaben, EEUU (Asociación Nacional de Suabodanubianos en EEUU, en inglés y alemán): accionar el puntero aquí.

StefanJaeger.net, un artista que retrata la historia y la expulsión de los suabodanubianos: accionar el puntero aquí.

Gesellschaft für Serbisch-Deutsche Zusammenarbeit (Sociedad para la Cooperación Serbio-Alemana): accionar el puntero aquí.

Landsmannschaft der Banater Schwaben (Agrupación de Suabobanatos en Bavaria): accionar el puntero aquí.

Kroatisch-Österreichische Gesellschaft/ Hrvatsko-Austrijsko Društvo: accionar el puntero aquí.

Deutscher Verein ,, Kikinda" in Croatia: accionar el puntero aquí.

United Donauschwaben [Danube Swabians] of Milwaukee: accionar el puntero aquí.

Danube Cultural Society (inglés): accionar el puntero aquí.

Donaudreieck: agrupación para todas las personas suabodanubianas: en húngaro, alemán, serbio, croata, inglés: accionar el puntero aquí.

Foro Cultural Austríaco en Croacia (Austrijski Kulturni Forum): accionar el puntero aquí.

Heimatbuch Molidorf, colección de recuerdos acerca de Molin(dorf) en Serbia y su campo de trabajo forzoso: accionar el puntero aquí.

Portada de Rudolfsgnad/Knićanin y su legado germano: accionar el puntero aquí.

'Crímenes impunes de serbios contra germanos', desde una óptica croata, más bien incendiaria, pero interesante (en croata, disponible traductor): accionar el puntero aquí para acceder al original.

Paulus, Susanne, Pesic, Vesna and Cvejic, Marko. O podunavskim Shvabama/Ueber die Donauschwaben/About the Danube Swabians. Mandragora Films and "Kikinda" Deutscher Verein, 2014.

Cvejic, Marko. "The Silent One." DVD, Mandragora Films, 2011. Order here: http://www.mandragorafilm.com/#/en/naruci

Cvejic, Marko. " Danube Swabians." DVD, Mandragora Films, 2011. Order here: http://www.mandragorafilm.com/#/en/naruci

Mandragora Films, a Serbian-led initiative to document the Danube Swabian lost legacy -- click here